miércoles, 13 de enero de 2010

RUMI Y ELENI KARAINDROU




Hace unos años, en nuestro viaje a Estambul, pude vivir uno de esos momentos mágicos en los que uno cree estar cerca de todo lo suyo, que todo lo suyo se ha reunido en un punto, aquí, en estas notas que oigo inopinadamente en esta calle que piso por vez primera y, sin embargo, es como si aquí hubiera vivido siempre, adonde se reúne el tiempo gozado, lo que me acerca y me aleja, lo que me columpia, desnudando y abrigando esto que somos.

Después de comer en un pequeño bar, donde quizá se me fue la mano con el raki, nos dirigimos a la cercana Torre Gálata, o Megalos Pyrgos, como la llamaban los bizantinos. Allí sentimos el orden mercantil, la dádiva genovesa por aquellas tierras del turco, ante el rumor cercano del encabalgamiento del Mármara.

Nos encaminamos, pues era aún muy pronto, por Istiklal Caddesi, o avenida Beyoglu, surcada por unas vías de hierro por las que circula intermitentemente un curioso trenecillo. Allí, mientras hacíamos tiempo para visitar el monasterio meleví de los derviches giróvagos, tuvo lugar ese instante de convergencia y confusión. Un instante proustiano de saturación y elasticidad del tiempo. Algo similar a la idea de infinito.

Una música imprevista comenzó a sonar, no sabíamos muy bien de dónde, más tarde averiguaríamos que eran unos altavoces que provenían de una tienda de antigüedades. Y no pude moverme. La amable señora que regentaba la tienda nos dijo que era una música de la última película de Theo Angelopoulos, The Weeping Meadow. Su autora, Eleni Karaindrou.

Fue quizá una premonición, un augurio de nuestro descubrimiento del agreste cementerio derviche, ataestado de gatos, en cuyo silencio las estelas deletreaban versos del poeta persa Rumi, con una música de fondo, la de Karaindrou.


Poema de Rumi:

Ahí afuera, mas allá de ideas de bien o mal, hay un lugar
Nos vemos ahí.
Cuando el alma yace sobre la yerba
El mundo esta demasiado lleno para hablar de él
Las ideas, el lenguaje, incluso la frase 'cada uno'
No tienen sentido.

(Traducción de Ruth Terrones y Alí Bahman)

Y aquí la música de Eleni:



3 comentarios:

Isabel dijo...

Me he dejado llevar por ese momento tuyo. He escuchado y te he comprendido. Una música bella.

Me gusta tu blog.

Saludos

Juan Antonio Millón dijo...

Gracias, Isabel, por tus palabras. Me alegra saber que coicidimos en esa estela musical de la compositora griega. La película de su marido, Angelopoulos -no sé si la hbrás visto- es magnífica.
Me he pasado un momento por tu costurero, y entre los hilos, madejas, alfileres, dedales, botones... y enredado en ellos, una escritura y una sensibilidad bellas. Si me lo permites, me gustaría colocar tu bitácora en la lista de los que sigo.

Isabel dijo...

No he visto la película, pero sí he tomado nota.
Gracias por tu opinión sobre mi blog y por supuesto que puedes enlazarlo.

He aprendido aquí lo que son bosques relictos y me ha gustado mucho la poesía de Berta Piñán.

Es hermoso pasear por las palabras.

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