Hacia 1947 George Santayana acometió la tarea de traducir una décima de Jorge Guillén, perteneciente al poemario Cántico. Realizó de ella varias versiones hasta que finalmente le envió la definitiva al autor vallisoletano en julio de 1950, al Wesley College de Massachusetts, donde entonces aquel impartía la docencia. Esta versión será la que recoja el volumen manuscrito Posthumous Poems y que se publicará en el volumen póstumo The Poet´s Testament (1953)
He aquí el poema de Guillén, seguido de la traducción de George Santayana:
ESTATUA ECUESTRE
Permanece el trote aquí,
Entre su arranque y mi mano.
Bien ceñida queda así
Su intención de ser lejano.
Porque voy en un corcel
A la maravilla fiel:
Inmóvil con todo brío.
¡Y a fuerza de cuánta calma
Tengo en bronce toda el alma,
Clara en el cielo del frío!
EQUESTRIAN STATUE
Motion stays suspended here
Twixt its starting and my hand.
Tightly braced the paces stand
Well planned for a far career.
For I ride a courser bent
On a marvelous intent:
Never moving, ever bold.
Ah, by whatcalm strenght of will
Lives in bronze my whole soul still
Clearer in the ethereal cold!
En 1951 Jorge Guillén visitará a George Santayana en Roma, por entonces recluido -desde finales de 1941-en una habitación de la Clinica della Piccola Compagna di Maria, cuidado por las Hermanas Azules irlandesas (Blue Nuns). De este encuentro se tiene noticia por una carta enviada a Pedro Salinas y por las declaraciones que hizo a Juan Guerrero y que esté plasmó en un artículo publicado en la revista Ínsula, en el año 1952.
En esta visita, Guillén le agradece su traducción del poema al inglés y le expresa su deseo de traducir él alguno de los suyos al castellano. Aunque no se decide por ninguno en particular, será, finalmente, el "Soneto L", de 1895, recogido en Poems (1923), el que elija Guillén, publicado junto al poema traducido por Santayana en The Journal of Philosophy, en 1964, en conmemoración del primer centenario del nacimiento del "Old Philosopher", como lo llamara su amigo Wallace Stevens en un célebre poema.
He aquí el soneto de Santayana y la traducción que de él hizo Jorge Guillén:
SONNET L
Though utter death should swallow up my hope
And choke whith dust the mouth of my desire.
Though no dawn burst, and no aurorean choir
Sing GLORIA DEO when the heavens ope.
Yet have I light of love, nor need to grope
He aquí el soneto de Santayana y la traducción que de él hizo Jorge Guillén:
SONNET L
Though utter death should swallow up my hope
And choke whith dust the mouth of my desire.
Though no dawn burst, and no aurorean choir
Sing GLORIA DEO when the heavens ope.
Yet have I light of love, nor need to grope
Lost, wholly lost, without and inward fire;
The flame that quickeneth the world entire
Leaps in my breast, with cruel death to cope.
Hath not the night-environed earth her flowers?
Hath not my grief the blessed joy of thee?
Is not tne comfort of these singing hours.
Full of thy perfectnees, enough for me?
They are not evil, then, those hidden powers:
One love sufficeth an eternity
SONETO L
A la memoria de Jorge Ruiz de Santayana.
Aunque muerte absoluta se trague mi esperanza
Y con polvo sofoque la boca a mi deseo,
Aunque ninguna aurora despunte y ningún coro
Entone GLORIA DEO cuando el cielo se abre
Tengo una luz de amor, no voy perdido a tientas,
Del todo ya perdido, sin un fuego por dentro.
La llama que animó todo el espacio humano
Cubre a saltos mi pecho, se encara con la muerte.
¿No posee la noche de la tierra sus flores?
¿Mi aflicción no posee contigo la alegría?
¿No será suficiente para mí el gran consuelo
De estas horas que así, por ti perfectas, cantan?
No son malos entonces los ocultos poderes,
Que basta un solo amor para una eternidad.
2 comentarios:
gracias.
Son documentos de interés para mi.
César Morión
Gracias por este blog. Interesante información que ignoraba pero que por algún motivo no me acaba de sorprender. Sólo una precisión menor. La orden llamada Little Company of Mary no tiene nada de irlandesa, no caigamos en la castiza manía de creer que todo lo católico del mundo anglosajón tiene raíces irlandesas. La orden fue fundada por una monja inglesa, la venerable Mary Potter. Existe una crónica de Eugenio D'Ors donde relata su visita a Santayana en Roma.
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