Una mañana de diciembre, visitando la vega de Granada, leo en el primerizo libro de García Lorca, Impresiones y paisajes:
"Está la vega aplanada. Estos días tristes de invierno la convierten en campo de ensueño".
Después de Viznar, me acerqué a Fuente Vaqueros, a la casa donde la luz primera abrió los ojos.
El agua del Genil limpia las telas de la añoranza.
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