Preparando un texto para la serie
radiofónica “Historias desde las esquinas” de Onda Cero Sagunto (finalmente no
grabado) sobre el periodista Félix Azzati, que da nombre a una de las calles
más concurridas de Puerto de Sagunto, quise saber más sobre este
periodista de ascendencia italiana, nacido en 1874 en Cádiz, pero inmediatamente
trasladado a Valencia, director del periódico El Pueblo, político dirigente del partido blasquista, diputado en
Cortes entre 1907 y 1923, traductor de varias obras, entre ellas las primeras
obras al castellano de Luigi Pirandello. Leí la abigarrada biografía de Vicente
Alós y el excelente ensayo biográfico de Ramiro Reig y quise ahondar un poco
más en el personaje leyendo el único libro que editó, El primer pensamiento, en la editorial valenciana de F. Sempere.
Se trata de un conjunto de textos
de carácter ensayístico, de aforismos y prosa narrativa, que denota una cultura
extensa y una inteligencia inquisitiva. Creo que puede situarse entre lo mejor
del periodismo de eso que se ha dado en llamar la “Edad de Plata” de las letras
españolas y merecería una mayor atención porque su estilo, aunque en algunas ocasiones
recargado y algo envejecido, se encuentra muy cuidado, refleja bien las
complejidades del pensamiento anticlerical y por él vemos pasar la vida de
los primeros decenios del siglo XX y las esperanzas y utopías del pensamiento
socialista y republicano. Entre esos textos lo vemos glosar una frase de
Jacinto Benavente (al que dedica varios textos): “Que nuestras obras florezcan
en tantas obras que no haya por qué recordar las nuestras”; replicar a Azorín
sobre su apoyo a las congregaciones religiosas; asistimos a sus diatribas
contra el clericalismo, la guerra, la explotación, el dogmatismo; disfrutamos
de su visión de una nueva religiosiosidad con alusiones al protestantismo y a
Alfred de Vigny y su Daphné; y
leemos el estremecedor relato introductorio sobre un preso que dedica sus
últimos instantes a crear un jardín en el centro penitenciario…
He leído el ejemplar que se
encuentra en la Biblioteca de Ciencias Sociales “Gregori Maians” de la
Universitat de València, que pertenece a la donación de la biblioteca personal
de Josep Vicent Marqués, a quien conocí por primera vez en mi año de militancia
en el Moviment Comunista del País Valencià (en varios mítines y manifestaciones,
a finales de los 70) y, más tarde, como asistente a alguna de sus clases sobre
ecología y sociología, en los 80. Tener entre mis manos este pequeño tomito de
los años 20, me ha traído la felicidad de su lectura y el recuerdo de aquel
intelectual valenciano cuyo pensamiento merece que volvamos sobre él.
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