miércoles, 27 de noviembre de 2024

PERSONAJES DE LAS CALLES DE SAGUNTO (13): VOCONIO ROMANO

 


Es una de las cuestas que desde la calle San Miguel, junto a la ermita dedicada a dicho Arcángel, parte hacia una de las más bellas zonas que tiene nuestro municipio en Sagunto, Les Penyetes. Con un último tramo de escaleras, se asciende a un grupo de bancales llenos de arriates con hermosas plantas y flores alrededor de una fuente, que parecen estar allí para aliviar al caminante y ofrecerle fragancias y buenas vistas con que reanudar su visita.

Cuando el cronista de nuestra ciudad, don Antonio Chabret publicó su famoso Nomenclátor, dando cuenta del origen y transcurrir de los nombres de las calles, plazas y puertas de nuestra ciudad –allá por el año 1901- aún no se había rotulado dicha calle con este nombre y hasta entonces todos los saguntinos la conocían como “subida a les peñetes”.

El nombre que Chabret y los munícipes eligieron como nueva designación para esta calle tenía que ver con el pasado de Sagunto, precisamente aludía al primer “saguntino célebre” (así designado por Chabret): el poeta latino nacido en Saguntum y cuyo nombre completo fue el de Caius Licinius Marinus Voconius Romanus.

Lo que sabemos de él lo debemos, sobre todo, a lo que su amigo, el escritor Plinio el Joven, dejó escrito en sus Epístolas. Nació en la segunda mitad del siglo I d. de C. en el Saguntum romano y pertenecía a una de las grandes familias de la ciudad y de la Hispania Citerior. Llegó a ostentar cargos de la orden ecuestre en los tiempos de los emperadores Nerva, Trajano y Adriano. Fue un poeta alabado por el propio Plinio, por Tácito, Suetonio, Marcial y Apuleyo.

Este último, Apuleyo, en su obra Apología, recuerda que el emperador Adriano honró con sus versos la tumba de nuestro poeta y escribió sobre ella este epitafio: “Tus versos eran lascivos, pero tu mente era pura”.

Recuerda Plinio el Joven en una de sus cartas que Voconio Romano tenía una de sus mansiones de Saguntum cerca del mar, posiblemente cerca de lo que hoy llamamos el Grau Vell y allí probablemente, según ha explicado el arqueólogo húngaro, Géza Alföldy, construiría un mausoleo funerario dedicado a su padre (muerto cuando él aún era adolescente) y a su joven esposa, Popilia Rectina, muerta a la temprana edad de 18 años. De este mausoleo serían las tres inscripciones que se encontraron, una de ellas desaparecida y las otras dos incrustadas en la pared de las escaleras de la Iglesia de Santa María, al comienzo de la calle Cavallers y que podemos apreciar y disfrutar con tan solo acercarnos en nuestro paseo por ella.


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