Sagunto forma parte
fundamental, junto a otras ciudades hispánicas con pasado romano, como Itálica
o Mérida, de lo que se ha dado en llamar la «poética de las ruinas», esto es, de
un apartado esencial de la literatura española de los Siglos de Oro. Esta «poética»
ha sido estudiada en profundidad por el profesor malagueño José Lara Garrido y
ha sido una aportación fundamental para su estudio las contribuciones de la
profesora Evangelina Rodríguez Cuadros, con la edición de varias obras que
trataron dicho tema en los siglos XVI, XVII Y XVIII, con Sagunto y sus ruinas como eje
primordial.
Dicha poética de las
ruinas viene a manifestar una meditación literaria sobre el paso del tiempo, representa la decadencia y la desaparición no solo de
las civilizaciones, sino de los individuos; es una reflexión, pues, sobre la
fragilidad de nuestras vidas y de toda vida.
Muchos han sido los
escritores que han hecho uso de esta poética y quizá el más señero de todos
ellos sea el "Fénix" de las letras españolas, Lope de Vega, quien visitó en
varias ocasiones nuestra ciudad y nuestra comarca y dejó bellos y memorables
versos de su paso por ella. Pero, sin embargo, otros también aludieron en sus
versos a nuestro teatro romano y a nuestras ruinas antiguas, y de entre ellos
son un baluarte, sin duda, los hermanos Leonardo de Argensola, Bartolomé y
Lupercio, dos poetas aragoneses, nacidos en la segunda mitad del siglo XVI en la
ciudad oscense de Barbastro.
Y a ellos, precisamente,
dedicó nuestro Ayuntamiento una de las calles del barrio de Ciutat Vella,
cercana al teatro romano; una calle que linda con el Carrer vell del Castell,
la calle de Isabel Coello y la de Sánchez Castañer.
De entre el grupo de
composiciones que los hermanos dedicaron a nuestra ciudad, valga rescatar ahora
dos bellos sonetos. El primero lo escribió el hermano mayor de los Argensola,
Lupercio. Dice así:
Muros, ya muros
no, sino trasunto
de nuestras breves
glorias y blasones,
pues tiene puesto
el mundo en opiniones
si sois o no
reliquias de Sagunto;
donde estuvo la fe
tan en su punto,
que ejemplo sois a
todas las naciones,
resistiendo a los
ruegos, a los dones
y al poder de
Cartago todo junto;
de hoy más juntos
los vuestros y mis males
se cuenten, pues
la fe perpetua y pura,
y el tiempo, los
han hecho tan iguales.
Y pues os ha
dejado la ventura
memoria y
sepultura de leales,
dadme también
memoria y sepultura.
Y el menor de los
hermanos, Bartolomé, recordó el pasado de Sagunto y su ruina, con este soneto:
Estas son las
reliquias saguntinas,
injuria y gloria
al sucesor de Belo,
cuando en fábrica
excelsa las vio el cielo
al orbe origen de
la luz vecinas.
De hiedra presas
yacen, y entre espinas,
con que sus riscos
arma el yerto suelo,
y hoy libran la
venganza y el consuelo
en la
contemplación de sus ruinas.
Sagunto precia más
verse llorada
de la posteridad
que si a Cartago
con propicia
fortuna leyes diera.
Oh tú, que
sobrevives al estrago,
cándida fe,
procura que yo muera,
si amor me tiene
igual piedad guardada.
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