miércoles, 4 de diciembre de 2024

PERSONAJES DE LAS CALLES DE SAGUNTO (14): LOS HERMANOS LEONARDO DE ARGENSOLA

 




Sagunto forma parte fundamental, junto a otras ciudades hispánicas con pasado romano, como Itálica o Mérida, de lo que se ha dado en llamar la «poética de las ruinas», esto es, de un apartado esencial de la literatura española de los Siglos de Oro. Esta «poética» ha sido estudiada en profundidad por el profesor malagueño José Lara Garrido y ha sido una aportación fundamental para su estudio las contribuciones de la profesora Evangelina Rodríguez Cuadros, con la edición de varias obras que trataron dicho tema en los siglos XVI, XVII Y XVIII, con Sagunto y sus ruinas como eje primordial.

Dicha poética de las ruinas viene a manifestar una meditación literaria sobre el paso del tiempo, representa la decadencia y la desaparición no solo de las civilizaciones, sino de los individuos; es una reflexión, pues, sobre la fragilidad de nuestras vidas y de toda vida.

Muchos han sido los escritores que han hecho uso de esta poética y quizá el más señero de todos ellos sea el "Fénix" de las letras españolas, Lope de Vega, quien visitó en varias ocasiones nuestra ciudad y nuestra comarca y dejó bellos y memorables versos de su paso por ella. Pero, sin embargo, otros también aludieron en sus versos a nuestro teatro romano y a nuestras ruinas antiguas, y de entre ellos son un baluarte, sin duda, los hermanos Leonardo de Argensola, Bartolomé y Lupercio, dos poetas aragoneses, nacidos en la segunda mitad del siglo XVI en la ciudad oscense de Barbastro.

Y a ellos, precisamente, dedicó nuestro Ayuntamiento una de las calles del barrio de Ciutat Vella, cercana al teatro romano; una calle que linda con el Carrer vell del Castell, la calle de Isabel Coello y la de Sánchez Castañer.

De entre el grupo de composiciones que los hermanos dedicaron a nuestra ciudad, valga rescatar ahora dos bellos sonetos. El primero lo escribió el hermano mayor de los Argensola, Lupercio. Dice así:

 

Muros, ya muros no, sino trasunto

de nuestras breves glorias y blasones,

pues tiene puesto el mundo en opiniones

si sois o no reliquias de Sagunto;

 

donde estuvo la fe tan en su punto,

que ejemplo sois a todas las naciones,

resistiendo a los ruegos, a los dones

y al poder de Cartago todo junto;

 

de hoy más juntos los vuestros y mis males

se cuenten, pues la fe perpetua y pura,

y el tiempo, los han hecho tan iguales.

 

Y pues os ha dejado la ventura

memoria y sepultura de leales,

dadme también memoria y sepultura.

 

Y el menor de los hermanos, Bartolomé, recordó el pasado de Sagunto y su ruina, con este soneto:

 

Estas son las reliquias saguntinas,

injuria y gloria al sucesor de Belo,

cuando en fábrica excelsa las vio el cielo

al orbe origen de la luz vecinas.

 

De hiedra presas yacen, y entre espinas,

con que sus riscos arma el yerto suelo,

y hoy libran la venganza y el consuelo

en la contemplación de sus ruinas.

 

Sagunto precia más verse llorada

de la posteridad que si a Cartago

con propicia fortuna leyes diera.

 

Oh tú, que sobrevives al estrago,

cándida fe, procura que yo muera,

si amor me tiene igual piedad guardada.


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