Un joven Benedetto Croce, con tan
solo veintitrés años, visitó la ciudad de Sagunto en la primavera de 1889. Lo
acompañaba su paisano y antiguo compañero de estudios, Francisco Capece
Galeota. Este viaje por la península, recorriendo paisajes y ciudades de España
y Portugal, fue espoleado por la lectura del libro de Edmondo De Amicis, España, publicado en 1872, y por su
interés y sus estudios sobre la historia de las relaciones entre España y el
reino de Nápoles. Al mismo tiempo, suponía un asueto para despejar la tristeza
en la que se vio sumido el joven filósofo e historiador, cuando cinco años
antes su familia, sus padres y su hermana, murieron en Casamicciola –en la isla
de Ischia, donde veraneaban- debido a un terrible terremoto que le dejó también
a él semienterrado y malherido entre los escombros de aquel seísmo.
De aquel viaje, tomó Croce unas
notas por aquel entonces que, posteriormente en 1926, retomó para pasarlas a
limpio, aunque no las daría a la luz pública; hasta que en 1961, nueve años
después de su muerte, fue publicado por su amigo y biógrafo, Fausto Nicolini,
como separata del Bolletino dell´Archivio
storico del Banco di Napoli.
Las notas referentes a su visita
saguntina fueron publicadas en la revista Braçal
(en el número 9, de 1994), traducidas y con una introducción del catedrático de
italiano de la Universidad de Salamanca, Félix Fernández Murga, con quien
contacté y al que pedí que nos pasara -al Centre d´Estudis del Camp de
Morvedre- un adelanto de su trabajo, que sería, un año después, publicado por
la Universidad de Sevilla: Benedetto Croce, En
la península ibérica. Cuaderno de viaje (1889), Sevilla, 1993.
He aquí lo que nos legó Benedetto
Croce:
“15 DE MAYO
Al tomar el tren para Murviedro
(Sagunto) a primeras horas de la mañana, nos hemos encontrado en el vagón con
un viejecito muy pulido y simpático, que en un primer momento nos ha ofrecido
sus periódicos para que los leyéramos, y luego ha entablado conversación con
nosotros y, al saber que éramos italianos y que íbamos a Sagunto, nos ha dicho:
−Siento mucho no poder acompañarles y
hacerles de guía; pero les voy a dar una tarjeta de presentación para un amigo
mío, don Antonio Chabret, que es el historiador de Sagunto. El viejecito es
también a su vez un erudito local de Valencia: Eduardo Pérez y Pujol[i]
(Eixarchs, 7, Valencia), según hemos leído en su tarjeta de visita. Pero,
desafortunadamente, en Sagunto no hemos podido encontrar a Chabret, que había
salido a dar una vuelta por asuntos de su profesión y que volvería demasiado tarde para nosotros. De todos modos, he comprado su
obra en la tienda del salchichonero, tabaquero y librero del lugar. Dando una
vuelta por la Sagunto moderna, hemos visitado su iglesia gótica de bella
fachada, abarrotada de mujeres sentadas al modo oriental. Hemos subido luego al
castillo con la guía de un soldado. Dicho castillo cubre toda la colina en la
que se alzaba la ciudad antigua: al lado izquierdo de la colina, mirando al
mar, están las ruinas del teatro; más abajo, casi toda en el llano, está
Murviedro, que ahora ha vuelto a tomar el nombre de Sagunto. La colina de la antigua
Sagunto surge en una cuenca cerrada por un circo, más amplio y lejano, de otras
colinas, y es muy pendiente por todos sus lados, excepto uno, por el que baja más
suavemente hacia el llano. A la vuelta hemos visitado el teatro, donde se hacían las funciones, como explicaba
el guardián. Hemos permanecido un buen rato en la colina, disfrutando desde
allí de la jornada, triunfante de luz, y de la vista de la fertilísima campiña
valenciana.”
[i] Eduardo Pérez Pujol fue un Catedrático de Derecho,
que ocupó el cargo de Rector de la Universidad de Valencia durante varios años.
Un distinguido intelectual progresista, adscrito al krausismo. En el momento en
que Croce lo conoce se encuentra jubilado.
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