Los viajeros no sólo han dejado
su huella en la escritura, bien sea en cartas, diarios o en alguna de las
variedades de la literatura de viaje, sino que sus manos les han llevado al papel,
al lienzo –o a cualquier otro soporte o materia- donde la línea, el color, el volumen,
la imagen en definitiva, ha estampado su impronta. Dibujos, cuadros, grabados,
escultura, etc., nos hablan del paso de sus autores y de su visión
–naturalista, idealizada, simbólica….- de nuestra ciudad.
Hoy
recalaremos en la visita y la estancia del pintor y escritor modernista
Santiago Rusiñol a nuestra tierra. Fue a comienzos del siglo XX y el periódico
de Teodoro Llorente recogía en su edición del domingo 7 de abril de 1901 la
noticia: “Ha llegado a Valencia el distinguido y afamado pintor y literato
catalán D. Santiago Rusiñol. Acompañado por varios socios del Círculo de Bellas
Artes ha visitado nuestra población y le acompañarán el lunes a Sagunto”. La visita
de Rusiñol obedecía a dos propósitos principalmente: promover el estreno de su
obra L´alegria que passa en el Teatro
Ruzafa por la Compañía valenciana de Agapito Cuevas y el estudio pictórico de
jardines, cementerios y calvarios.
Acompañado,
entre otros, por su amigo y discípulo,
el joven periodista y abogado –después gran escritor y músico-, Eduardo López
Chavarri y el catedrático de Bellas Artes de la Universidad de Valencia, Rafael
Domènech, se dirigió a Sagunto el lunes 8 de Abril de 1901, donde les esperaba el
médico y cronista saguntino, Antonio Chabret Fraga.
Aquí
residió durante unas semanas, al menos hasta el 24 de Abril, cuando en el
Círculo de Bellas Artes ofreció una lectura pública de su obra dramática Llibertat, de la cual escribió varias
escenas durante su estancia saguntina. Así lo recogía la prensa: “Santiago
Rusiñol gran artista cuya alma de poeta tiene inspiraciones admirables, dio al
Círculo las primicias de una obra escénica, que ha comenzado á escribir en
Sagunto y que es una producción llena de nervio…”.
Pero,
además de dedicarse a escribir su obra teatral, y -acompañado de la mano y la
sabia explicación de Antonio Chabret-, pasear, visitar las ruinas antiguas –López
Chavarri recordaría, años más tarde, cómo Rusiñol recitó de memoria versos de
Verdaguer en la escena vacía del teatro-, así como asistir a varias audiones
musicales –entre ellas, el estreno de la zarzuela de Chabret El Fantasma-, el artista catalán fijó su
mirada pictórica y poética sobre nuestra población, y de ella surgieron, al
menos, tres excelentes lienzos: Calvari
de Sagunt (aunque no se sabe su paradero en la actualidad, se poseen de él
varias fotografías), Calvari cap a la
tard (propiedad de la Hispanic Society of America), y Teatre Romà de Sagunt (propiedad de la Spanish Heritage de Nueva
York). Además de los lienzos y de las noticias escritas sobre Rusiñol, hoy
podemos reconstruir el paso y la huella de Rusiñol en Sagunt, gracias a unas
fotografías, de las cuales hoy ofrecemos una curiosa toma sobre el Teatro
saguntino, donde el pintor modernista nos ofrece su mirada legada a la posteridad.
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