lunes, 16 de marzo de 2020

BENEDETTO CROCE EN SAGUNTO (1889)







Un joven Benedetto Croce, con tan solo veintitrés años, visitó la ciudad de Sagunto en la primavera de 1889. Lo acompañaba su paisano y antiguo compañero de estudios, Francisco Capece Galeota. Este viaje por la península, recorriendo paisajes y ciudades de España y Portugal, fue espoleado por la lectura del libro de Edmondo De Amicis, España, publicado en 1872, y por su interés y sus estudios sobre la historia de las relaciones entre España y el reino de Nápoles. Al mismo tiempo, suponía un asueto para despejar la tristeza en la que se vio sumido el joven filósofo e historiador, cuando cinco años antes su familia, sus padres y su hermana, murieron en Casamicciola –en la isla de Ischia, donde veraneaban- debido a un terrible terremoto que le dejó también a él semienterrado y malherido entre los escombros de aquel seísmo.
De aquel viaje, tomó Croce unas notas por aquel entonces que, posteriormente en 1926, retomó para pasarlas a limpio, aunque no las daría a la luz pública; hasta que en 1961, nueve años después de su muerte, fue publicado por su amigo y biógrafo, Fausto Nicolini, como separata del Bolletino dell´Archivio storico del Banco di Napoli.
Las notas referentes a su visita saguntina fueron publicadas en la revista Braçal (en el número 9, de 1994), traducidas y con una introducción del catedrático de italiano de la Universidad de Salamanca, Félix Fernández Murga, con quien contacté y al que pedí que nos pasara -al Centre d´Estudis del Camp de Morvedre- un adelanto de su trabajo, que sería, un año después, publicado por la Universidad de Sevilla: Benedetto Croce, En la península ibérica. Cuaderno de viaje (1889), Sevilla, 1993.
He aquí lo que nos legó Benedetto Croce:

15 DE MAYO
Al tomar el tren para Murviedro (Sagunto) a primeras horas de la mañana, nos hemos encontrado en el vagón con un viejecito muy pulido y simpático, que en un primer momento nos ha ofrecido sus periódicos para que los leyéramos, y luego ha entablado conversación con nosotros y, al saber que éramos italianos y que íbamos a Sagunto, nos ha dicho: Siento mucho no poder acompañarles y hacerles de guía; pero les voy a dar una tarjeta de presentación para un amigo mío, don Antonio Chabret, que es el historiador de Sagunto. El viejecito es también a su vez un erudito local de Valencia: Eduardo Pérez y Pujol[i] (Eixarchs, 7, Valencia), según hemos leído en su tarjeta de visita. Pero, desafortunadamente, en Sagunto no hemos podido encontrar a Chabret, que había salido a dar una vuelta por asuntos de su profesión y que volvería demasiado tarde para nosotros. De todos modos, he comprado su obra en la tienda del salchichonero, tabaquero y librero del lugar. Dando una vuelta por la Sagunto moderna, hemos visitado su iglesia gótica de bella fachada, abarrotada de mujeres sentadas al modo oriental. Hemos subido luego al castillo con la guía de un soldado. Dicho castillo cubre toda la colina en la que se alzaba la ciudad antigua: al lado izquierdo de la colina, mirando al mar, están las ruinas del teatro; más abajo, casi toda en el llano, está Murviedro, que ahora ha vuelto a tomar el nombre de Sagunto. La colina de la antigua Sagunto surge en una cuenca cerrada por un circo, más amplio y lejano, de otras colinas, y es muy pendiente por todos sus lados, excepto uno, por el que baja más suavemente hacia el llano. A la vuelta hemos visitado el teatro, donde se hacían las funciones, como explicaba el guardián. Hemos permanecido un buen rato en la colina, disfrutando desde allí de la jornada, triunfante de luz, y de la vista de la fertilísima campiña valenciana.”




[i] Eduardo Pérez Pujol fue un Catedrático de Derecho, que ocupó el cargo de Rector de la Universidad de Valencia durante varios años. Un distinguido intelectual progresista, adscrito al krausismo. En el momento en que Croce lo conoce se encuentra jubilado.


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