jueves, 19 de octubre de 2023

LA VISITA DEL PATRIARCA DE JERUSALÉN, NUNCIO APOSTÓLICO EN ESPAÑA, CARLO CAMILLO MASSIMO, A MORVEDRE (1654)

 



 Desde hace ya bastante tiempo, vengo dedicándole mi atención al tema de los viajeros y Sagunto. Debo mi devoción al tema a lo que me enseñó sobre él don Santiago Bru i Vidal; de su pluma salieron diversos artículos en los que reflejaba fehacientemente la huella que ilustres viajeros dejaron a su paso por nuestra tierra. Aquellas lecturas de los trabajos de Bru me llevaron a la búsqueda de textos viajeros y fruto de esas pesquisas han sido los diferentes artículos que, bien en la revista Braçal, bien en la edición comarcal del periódico Levante EMV, he ido ofreciendo al público lector. En ellos he dado cuenta de autores de prácticamente todas las épocas: de la Baja Edad Media, del Renacimiento, del Barroco, de la Ilustración y de los siglos XIX y XX.

De entre los autores, destacan los italianos. Ya don Santiago nos recordó el paso del gran libertino Giacomo Girolamo Casanova y sus impresiones sobre nuestro Sagunto y su historia. Así mismo, facilité el conocimiento del paso del filósofo napolitano Benedetto Croce por Sagunto, consiguiendo la traducción de lo que al respecto escribió en su Cuaderno de viaje, de 1889, en versión realizada por el catedrático de la Universidad de Salamanca, don Félix Fernández Murga.

Por otra parte, dediqué dos artículos periodísticos a otros dos italianos: el gentiluomo veneciano, Giovanni Bembo –del viaje que realizó en 1505-, y el erudito romano Cassiano dal Pozzo –anotación de su Diario, del viaje de 1626.

Lo que hoy les presento aquí es una muestra más de esa literatura viajera, en este caso de la mano de otro italiano y de su reseña sobre Sagunto en la escritura epistolar. Se trata de la carta que el entonces patriarca de Jerusalén, recién nombrado nuncio apostólico en España, el romano Carlo Camillo Massimo, envía al abad Michele Giustiniani, escrita en Valencia, el 13 de marzo de 1654.

Antes de pasar a mostrar la carta en la que informa de su visita a Sagunto y de distintos elementos patrimoniales que encuentra en nuestra ciudad, permitan que recuerde brevemente los más significativos rasgos biográficos del autor de la misiva que nos interesa.

 

 

BIOGRAFÍA SUMARIA DE CARLO CAMILLO MASSIMO

 

Carlo Massimo nació en Roma el 20 de julio de 1620. Desde bien joven frecuentó los más variados ambientes de la Ciudad eterna, que favorecieron una completa formación tanto en el campo humanístico como científico del joven; de entre estos cenáculos, hemos de destacar el círculo del cardenal Francesco Barberini, ante todo por lo que significará para su futuro como mecenas y coleccionista.

Desde su adolescencia, comenzó a coleccionar diversos objetos de arte –era además un buen aficionado a la pintura, llegando a recibir clases particulares de Nicolas Poussin, de quien más tarde sería mecenas. Contó con la amistad del gran coleccionista Cassiano dal Pozzo, y su tutor, su tío Ascanio, le facilitó el acceso al coleccionismo, al casarse este con Virginia Gustiniani, hermana del famoso Vincenzo en cuyo palacio, hoy sede del Senado de la República, se constituyó una impresionante pinacoteca.

A la muerte de su tío, Carlo Massimo I, obtiene el feudo de Roccasecca dei Volsci,cuyo patrimonio le permitirá a Carlo emprender una intensa actividad de mecenas y coleccionista, llegando a ser protector de Poussin, Claude Lorrain, Carlo Maratta, Guido Reni y Diego de Velázquez, quien realizaría de Carlo un famoso retrato.

Con veintiséis años se graduó en La Sapienza. En 1646 se convierte en camarero secreto del papa y un año después en canónico de San Pedro en Vaticano. Su carrera político-religiosa obtiene un importante avance cuando es elegido clérigo de la Cámara Apostólica.

En 1652 es nombrado patriarca de Jerusalén bajo la protección del cardenal Fabio Chigi, el futuro papa Alejandro VII. En diciembre de 1653 es nombrado por el papa Inocencio X, nuncio apostólico en España. Una de las razones, la más importante, de ese nombramiento es que la familia Massimo era filoespañola, pero al mismo tiempo tenía buenas relaciones con Francia, por lo cual recibió el delicado encargo de contribuir a la relación del rey de España con el papa y de aquel con los franceses.

Emprendió su viaje a España desde Civitavecchia, en enero de 1654. Desembarcó en Vinaroz y mientras esperaba el beneplácito de la Corte madrileña, esperando que se resolviese una controversia diplomática, ya que había una gran suspicacia por la amistad de Carlo con la familia Barbieri -claramente filogala-, residió en Valencia. Solo con el ascenso a papa de Alejandro VII, logró Carlo comenzar su cometido como nuncio apostólico de la Santa Sede, en mayo de 1655. Finalmente, el 21 de julio de 1658 regresa a Roma.

Después de un largo exilio en su feudo de Roccasecca dei Volsci, vuelve a Roma y es nombrado maestro de cámara del papa Clemente X en mayo de 1670 y en diciembre de ese mismo año es investido cardenal. Después de la elección del papa Inocencio XI, enfermó, muriendo en Roma el 12 de septiembre de 1677 en su palacio de Quattro Fontane, a la edad de cincuenta y siete años.

 

Carlo fue un gran coleccionista, no solo de obras de arte, sino también de numismática y epigrafía; y fue ello–sabemos por el inventario que existe de su colección de numismática que este contiene una moneda y una medalla de Sagunto-, junto con el hecho de que un antepasado familiar –si bien esto es algo legendario, pero no por ello menosw determinante-, el famoso romano Quinto Fabio Massimo, actuara como legado romano ante Aníbal para que este respetase el Tratado del Ebro y no atacase Sagunto en el 218 a. de C., lo que hizo que el nuncio visitase, durante su estancia en Valencia, varias veces nuestra ciudad de la que dejó constancia escrita en la misiva que a continuación les traduzco[i]:

 


                                                                   C A R T A


 Al Abad Michele Giustiniani.

 

Ilustrísimo y reverendísimo señor mío fidelísimo:

 

Requiere la carta de V.S. Ilustrísima que corresponda a la expresión de Su afecto, con la devolución del agradecimiento, y a la curiosidad de la noticia de mi viaje, con el informe minucioso, si no de cosas inesperadas y nuevas, al menos con notas de las ya consabidas por la fama. Y, porque la brevedad de esta carta no puede abarcar todo aquello para lo cual necesitaría un volumen entero, satisfaré en parte la erudición de S. V. Ilustrísima y al amor que Ella tiene hacia las cosas antiguas, con la narración de lo que he visto del antiguo Sagunto, que fueron recompensados por aquellos de Cartago.

Desembarcado en Vinaroz, en la playa de Valencia, con buen camino pasamos a Morviedro. Este noble municipio está situado en una llanura de hermosísima vista, en la falda de un monte.

Hoy aún se ven los vestigios de los grandísimos muros construidos de sillares de notable grandeza, en los que se apoyan muros más modernos hechos por los árabes, cuando estos ocupaban España. En la parte más alta del lugar hay una gran torre: solo la parte inferior y antigua, sostenida por pilastras jónicas, que impropiamente llaman el “Sepulcro de Hércules”. Podría ser el sepulcro de Zacinto, su compañero, descrito por Silio Itálico en estos versos (Púnica, I, 273-75):

 

Haud procul Herculei tollunt se littore muri,

clementer crescente iugo: queis nobile nomen

conditus excelso sacravit colle Zacynthus.

 

(No lejos del mar se levantan los muros de Hércules

donde comienza la subida: deben su noble nombre

a Zacinto, sepultado en la cima del monte).

 

A poca distancia hay un teatro, que llaman “Coliseo”, medio en ruinas: pero aún se ven las gradas, adaptadas al declive del monte, y las galerías que lo circundan, de orden dórico, repartidas en tres órdenes, uno sobre otro. El semicírculo tendrá una capacidad para diez mil asientos. La línea recta de la escena tendrá unos cuatrocientos palmos de largo: esta da la espalda a la llanura como se ve en el teatro de Terracina. El púlpito está casi todo en pie, como también parte de la galería de detrás de la escena.

El resto del paisaje está lleno de ruinas esparcidas cubiertas de verde, lo que ha dado pie al nombre de “Morviedro”, casi “Mura verdi”. En las modernas casas se ven encastrados muchos fragmentos de estatuas togadas, como también muchas ánforas rotas esparcidas por el suelo, parecidas a la tierra cadmia, con letras antiguas españolas y romanas en el mismo fragmento. Hay muchas inscripciones, pero sobre todo de los “duumviros” del municipio.

También hay en una de las puertas de la ciudad moderna una gran inscripción hebraica, que por ignorancia se atribuye a Salomón, nombrado en ella, y con igual error toman como ídolos a las estatuas togadas.

En la iglesia que hay dentro del castillo hay en el pavimento (que por sus dimensiones estorba toda la estancia) un ariete antiguo que es un travesaño de madera apolillada, de cincuenta palmos, y que reduciéndose en la cabeza del Carnero (que tiene un grosor de seis palmos), a guisa de pirámide, finaliza con dos palmos. De la cima hasta el final está perforada y pasa por allí una soga de una materia como de seda y con un grosor de medio palmo, que está sujeta en la cabeza del carnero a tres viguetas de hierro, la una cuadrada, de un palmo, puesta en el medio con una envoltura similar al hierro en forma de cruz, y las otras dos circulares, de un grosor de medio palmo cada una. Hay también otras viguetas y púas que debían ser parte de la máquina.

Seguiré observando en otras partes otros objetos de erudición para apaciguar el ánimo de V. S. Ilustrísima el cual se vale con las ciencias más dignas que puedan adornarlo. Y quedo besándole devotamente las manos.

 

Valencia, 13 de marzo de 1654.

 

De S.V. Ilustrísima y reverendísma devotísima servidor,

 

Camillo, patriarca de Jerusalén.



[i] La carta fue publicada en Lettere memorabili dell´Abbate Michele Giustiniani […], Roma, 1669. Esta carta puede encontrarse transcrita en el estudio de Giuseppe Papi, Il cardinale Carlo Camillo Massimo e la ‘riscoperta’ dei teatri romani di Terracina e di Sagunto, Fossanova, 2012.




domingo, 28 de agosto de 2022

ANIBAL Y EL SITIO DE SAGUNTO EN EL ROMANCERO VIEJO CASTELLANO

 



En la edición de la Silva de Romances del siglo XVI que utiliza Marichu Cruz de Castro en su libro Romances de la Antigüedad Clásica (Ediciones Clásicas, Madrid, 1992), se recoge en uno de ellos (pp. 177-180) el hecho histórico del sitio de la ciudad ibera de Arse por las tropas cartaginesas de Anibal, que supusieron el comienzo de la Segunda Guerra Púnica. Aquí dejo unos fragmentos:


Cartago florece en armas,
África muy loca estaba
por Aníbal, su caudillo,
que siempre afiló su espada
contra el nombre de romanos
que muy sobrebio estaba.
(...)
Ya junta muchos navíos
y flétalos para España;
al dios Neptuno suplica
que no le ensañe las aguas
(...)
Con gentes innimerables
el cartaginés se embarca,
por alta mar navegando
se encomienda mucho a Palas
(...)
Y después en un gran llano
su gente desembarca;
va la vía de Sagunto,
que ahora Monvedre se llama,
aunque muy bien se defiende
al fin la tomó por las armas.




lunes, 27 de diciembre de 2021

LA PODEROSA FRAGILIDAD DE LAS SETAS

 



Dion Casio, historiador griego, procónsul de África y gobernador de Dalmacia y Panonia, relata en su libro, Historia de Roma, el curioso suceso que le acaeció al emperador de origen hispánico, Marco Ulpio Trajano, en su primera campaña de las guerras de la Dacia. Estando acampado cerca de Tapae recibió un mensaje de los barios y de otras tribus aliadas de Roma, que le aconsejaba que detuviera la guerra y firmase un pacto de paz. Lo extraordinario fue que este mensaje estaba escrito en latín sobre una gran seta. Era un extraño soporte para llevar un mensaje…, sobre todo por su fragilidad.


viernes, 29 de octubre de 2021

Υδρα: un viaje a Grecia en 2009
















No he podido aún cumplir uno de mis deseos, visitar la isla de Zakynthos, epónimo del héroe mitológico, compañero de Hércules en sus fatigosas empresas, quien según Silio Itálico murió en un lugar de la costa hispánica del Mediterráneo que más tarde ocuparía el enclave de la antigua Saguntum. Pero, guiado por la sabia mano literaria de la escritora canadiense Anne Michaels, recalé el verano de 2009 en una de las islas del Egeo, en la que, además de la ya antes citada, transcurre la extraordinaria historia de su novela poética Piezas en fuga. Su nombre es Idhra. 
Dice allí Anne: "No es ni en Idhra ni en Zakynthos sino entre los abedules de Michaela donde me siento por primera vez seguro sobre la tierra, acollado en una tormenta".
Mi fascinación por la escritura de Michaels, esa teluridad, esa potencia de la palabra que esculpe pasiones y luchas denodadas, hicieron que mi viaje, desde Atenas hasta allí, fuese embargado por una vigilia llena de premoniciones y anhelos.
Fue un día apacible, el espíritu griego serenó mi pulso y sentado en un escalón, mirando el azul, mirando al horizonte jónico de Zakynthos, tomé unas notas dispersas en mi cuaderno y urdí este breve poema, dictado por los sonidos del "metelmi" sobre las hojas y las rocas de la isla:


ÉXODOS.
UNA GATA BAJO EL SOL DE IDHRA

Marca su paso con decisión, monótonamente
movida por un fin que no vislumbro,
una pequeña gata, camino del faro, sorda a mis reclamos.
Como madre, sus ubres cuelgan pidiendo
unas bocas que la amamanten.
Ya veo el resorte secreto de su paso,
en la calima de la media tarde.
Son sus vástagos perdidos la oscura
razón que la dirige, perdida ya
por siempre en esta isla perdida
de este recóndito Egeo. 

(Idhra, 10 de Agosto de 2009)


La obra de Anne Michaels fue llevada al cine por el director canadiense Jeremy Podeswa. He aquí su trailer:

miércoles, 25 de noviembre de 2020

FRANCISCO BRINES EN SAGUNTO






El 10 de diciembre de 1993, Francisco Brines visitaba Sagunto, convidado por la Fundación de Cultura para asistir a uno de los Divendres de Poesia que organizaba el Ayuntamiento bajo la dirección del poeta y profesor Francisco Salinas. Me cupo el honor de presentarlo con una breve introducción a su persona y su poesía. De aquel acto, rescato unas palabras y unas fotos que el tiempo va borrando:

 

"La ética nace en Brines de la rebeldía, librando un obstinado combate contra la pureza. Precisamente, esta crítica de lo puro, de raigambre ética, tiene una de sus mejores explicitaciones en el poema incluido en Materia narrativa inexacta, en el largo poema “El Santo Inocente”, en cuya última estrofa leemos:

 

El hombre es esto:

alguien que, sin amor a un niño,

lo eleva a los altares

para crear la fe;

y luego, arrodillado, gime.

El hombre es esta carne marchita y negra,

una débil razón

y un sentimiento frágil.

Si existe Dios asumirá el fracaso."



jueves, 29 de octubre de 2020

UNA NOCHE EN COMISARÍA LEYENDO VERSOS DE GABRIEL CELAYA

 




Iba a ser mi primera votación política. Aquel diciembre de 1978 acababa de cumplir 18 años y tenía ganas de intervenir en una decisión ciudadana, popular. Pero desde el mismo septiembre -en que cumplía la edad adulta- militaba en un pequeño partido de izquierdas, el MC, que propugnaba ante el Referéndum la abstención. Así fue para mí aquel 6 de diciembre de 1978: el jovencito apoderado del Moviment Comunista del País Valencià departió en su colegio electoral, con sus conciudadanos, un día de celebración democrática, pero sin depositar ninguna papeleta en aquella urna. Éramos, lo que se llamaba entonces, la "izquierda extraparlamentaria". Fue un comienzo paradójico que se sumaría a mi vida paradójica.

Dos días antes de la votación, mientras pegábamos unos carteles en la avenida principal de la ciudad de Sagunto, fuimos detenidos varios militantes del MC, -junto a otros compañeros de la OIC- porque aparecía en ellos la figura del Rey. Fue mi primera noche en un calabozo de Comisaría. Yo era el más joven del grupo y fueron llamándonos de uno en uno para la declaración y a mí me dejaron el último. En aquella celda oscura y fría, busqué en mis bolsillos un papel en el que tenía un poema de Celaya que hacía tiempo me acompañaba y lo leí, esperando el interrogatorio, recordando a mi abuelo Rafael, asesinado en la cárcel de Jaén:



ESPAÑA EN MARCHA


Nosotros somos quien somos.

¡Basta de Historia y de cuentos!

¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos.

 

Ni vivimos del pasado,

ni damos cuerda al recuerdo.

Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos.

 

Somos el ser que se crece.

Somos un río derecho.

Somos el golpe temible de un corazón no resuelto.

 

Somos bárbaros, sencillos.

Somos a muerte lo ibero

que aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero.

 

De cuanto fue nos nutrimos,

transformándonos crecemos

y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.

 

¡A la calle! que ya es hora

de pasearnos a cuerpo

y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.

 

No reniego de mi origen

pero digo que seremos

mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.

 

Españoles con futuro

y españoles que, por serlo,

aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.

 

Recuerdo nuestros errores

con mala saña y buen viento.

Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.

 

Vuelvo a decirte quién eres.

Vuelvo a pensarte, suspenso.

Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.

 

No quiero justificarte

como haría un leguleyo,

Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.

 

España mía, combate

que atormentas mis adentros,

para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.


(De Cantos iberos, 1955)



miércoles, 14 de octubre de 2020

UNA ENTREVISTA A ADELAIDA GARCÍA MORALES (GLOSA, 1987)

 



En abril de 1987 salió el único número de la revista universitaria valenciana Glosa. Confeccionada por un grupo de alumnos de la Facultad de Filología, la apasionante y juvenil aventura editora solo pudo llegar a plasmarse en este solitario primer número. En él se recogieron temas diversos de la mano de estudiantes y profesores, con una calidad que aún nos sorprende: Cristóbal Serra nos preparó una gavilla de aforistas; transcribimos y publicamos un conjunto de prosas de Juan Gil-Albert; Xaverio Ballester presentó una breve antología de poesía polaca; etc.

Para ese número, Francisca Sánchez Pinilla y quien esto escribe preparamos una entrevista a la novelista Adelaida García Morales, con quien departimos una agradable tarde madrileña en un bar cerca de donde vivía por aquel entonces, enero de 1987. Una larga entrevista, en la que se trataron multitud de temas, y que hoy he querido rescatar para el blog.










martes, 18 de agosto de 2020

LLUÍS GUARNER Y SUS TRADUCCIONES DE PAUL VERLAINE


 

La traducción de la obra de Verlaine será una constante en la labor literaria de Lluís Guarner (1902-1986). Así lo prueban sus iniciales incursiones en la traducción de poemas sueltos en diversos periódicos, ante todo Las Provincias, durante los años 20, que después recogería en diversos volúmenes. A estos primeros tanteos aludía el propio Guarner en su prólogo a la Antología poética editada por Bruguera en 1969:

«De pronto, vinieron a mi recuerdo tantas y tantas evocaciones del poeta predilecto desde mi juventud, cuando desde los inicios del aprendizaje del francés, comencé a traducir poemas del maestro admirado y siempre misterioso...».

En 1930 aparecerán, por primera vez, las ediciones de sus traducciones de Paul Verlaine: Sus mejores versos –en la célebre colección «Los Poetas»–, y la Antología poética, publicada en Madrid por la CIAP. También en el ámbito de su labor traductora da a la imprenta su versión de las Poesías del poeta belga Rodenbach, bajo el sello de la editorial catalana Fama.

En carta con fecha de 19 de noviembre de 1930, desde Barcelona, le dice su amigo, el editor valenciano Vicente Clavel:

«El tomito de Rodenbach está ya terminado; pero esta huelga ha impedido tirar el último color de la cubierta, y por esta circunstancia no se podrá encuadernar hasta varios después que se resuelva la huelga de las Artes Gráficas. Hoy es el tercer día de huelga general y usted no puede figurarse lo que esto me trastorna. Después de la huelga de grabadores, que ha durado dos meses y medio, surge la de los tipógrafos. Desde septiembre no he puesto ningún nuevo libro a la venta, y son 10 ó 12 los títulos que tengo terminándose».

Uno de los elogios académicos a sus traducciones de poesía francesa, en este caso de Baudelaire, se halla en una carta que se encuentra en el archivo de Benifairó, correspondiente al entonces profesor de francés de la Universidad de California, William Aggeler, quien en el año 1964 se encontraba en España, realizando una investigación sobre «Baudelaire visto por los españoles». Desde la residencia del CSIC le escribió interesándose por sus traducciones:

«J´approuve complètement le but de votre traduction, et je crois que vous avez reussi admirablement».

Aggeler le comenta que se encuentra en España para preparar un estudio (artículo o monográfico) sobre la evolución de la opinión de los españoles sobre Baudelaire. Quiere comprobar si se produce la misma evolución crítica en la recepción de la obra baudelaireana que la acontecida en Francia, aspecto que ha estudiado su compañero A.E. Carter. Finalmente le pregunta por las traducciones de Teodoro Llorente de Baudelaire que él no ha encontrado y le expone algunas de las opiniones de escritores españoles sobre el maestro del simbolismo.

Unos años más adelante, a finales de los setenta, Teodoro Sáez Hermosilla, catedrático de francés en la Universidad de Cáceres, envió a Guarner diversas cartas interesándose por sus traducciones de Verlaine. En una de ellas le comentaba:

«Puedo anticiparle –y no es en absoluto adulación– que su labor en este punto no sólo es la más abnegada y entusiasta, sino una de las de más alta calidad. Sabía que era Ud. catedrático y suponía que lo era de Francés dado su perfecto conocimiento de tal lengua».

En su tesis dedicada al estudio de Verlaine en España, dice:

«Esta etapa, más dispersa en sus producciones, está dominada por la obra incansable de Luis Guarner que se extiende desde 1929 a 1973. Comprende tres volúmenes de traducciones sobre cinco originales completos, cinco antologías generales y un Apéndice que recopila algunas versiones de la época modernista. Este largo camino de acercamiento hace de Guarner el mejor conocedor en España de la textología de Verlaine».

Este año, 1944, Lluís Guarner ofrecerá, dentro de lo que denominaríamos su faceta verlainiana, tres importantes jalones. En primer lugar, participará en un recital poético, impartido en la Universidad de Valencia por el centenario de Paul Verlaine, el 31 de mayo de 1944. La interpretación lírica del acto corrió a cargo de Juan Bautista Bertrán y hubo un recital cantado por la liederista Helena Benzeft de varias piezas de Fauré y Debussy sobre poemas de Verlaine.

El 23 de abril de 1944 el hispanista francés Maurice Legendre, entonces director de la Casa Velázquez, le escribe a Guarner agradeciéndole el envío de una traducción de Verlaine, diciéndole:

«...al leerla he admirado, como había admirado en sus traducciones de Verlaine, la paradoja de una traducción que vale plenamente como el original, la traducción de un poeta. La verdadera poesía no se agota en las palabras del que primero ha recibido la inspiración, pero bien pocos son los que pueden a la vez respetar y vivificar con palabras nuevas la inspiración que a ellos se comunica».

 Tres días después recibía Lluís otra misiva de Legendre informándole que le había propuesto su nombre a Guinard para que dictara en el Instituto Francés de Madrid una conferencia por el centenario del nacimiento de Verlaine. El día 14 de diciembre, con el título de «Verlaine en España y España en Verlaine», ofrecía Guarner su conferencia al público madrileño.

Este año publicará en la colección «Adonais» de la editorial Hispánica, su traducción de Fiestas galantes y Romanzas sin palabras de Verlaine. Juan Guerrero escribe a Guarner, desde Adonais, en abril de 1944, diciéndole que ha leído su traducción del poema catalán de Jacint Verdaguer, San Francisco, y que la traducción de Verlaine van a editarla pronto:

«…nos (refiriéndose también a José Luis Cano) parece bien darlo con motivo del centenario, ya que estamos en deuda con nuestro ofrecimiento de poetas extranjeros».

Esta participación en Adonais es un exponente de sus relaciones, por entonces, con el grupo poético de posguerra. A este respecto, es muy importante una carta que le envía José Luis Cano, con el membrete de «Adonais», en la que le agradece el envío, desde Algeciras, de su traducción de San Francisco, junto a la separata de Mediterráneo y le informa de la tardanza de la publicación de su traducción de Verlaine, que finalmente se imprimirá a principios de septiembre de 1944.



martes, 19 de mayo de 2020

EL BOTÁNICO CAVANILLES VISITA SAGUNTO: UNA FICCIÓN EN LA HISTORIA.

El gran botánico de la Ilustración valenciana, Antonio José Cavanilles, recibió en 1791 el encargo del monarca Carlos IV de realizar un extenso estudio “de los vegetales de la nación”, y comenzó por examinar la flora que tenía más cercana, dando lugar, cinco años más tarde, a su libro, Observaciones sobre Historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia.
En agotadoras y exhaustivas jornadas de trabajo de campo, Cavanilles recorrió todo el territorio del Reino y en una de esas excursiones científicas recaló en la comarca que hoy denominamos Camp de Morvedre, haciendo su entrada por Almenara y recorriendo, antes de llegar a Morvedre, la subcomarca de la Vall de Segó.
Una vez en Morvedre contactó con varios sujetos que le suministraron una valiosa información: boticarios, labradores, pastores, el cura párroco y varios ilustrados locales, entre los cuales sobresalió el abogado Enrique Palos y Navarro. Este le acompañó en el viaje por el teatro y el castillo, y de esa pesquisa dejó anotadas Cavanilles unas valiosas líneas en su obra.
Después de pasar todo el día investigando por la ciudad y sus aledaños, Cavanilles se dirigió hacia la Vall de Jesús, zona que se encuentra entre Morvedre y Puçol, no sin antes acogerse a una opípara comida con la que quisieron obsequiar las autoridades de la Villa a tan ilustre científico viajero, representante de su Majestad.
El caso es que, bien fuese por la fatiga del trabajo, bien por lo copioso de las viandas, apenas recorridas unas leguas del camino de Puçol, Cavanilles tuvo que parar y descansar al arrimo de la sombra de un algarrobo que se hallaba allí cerca del camino.
En su siesta, tuvo nuestro botánico un extraño sueño en el que se le apareció nada menos que un ilustre antecesor suyo en las lides de las ciencias naturales, el romano Plinio el Viejo, cuya obra seguía siendo un cúmulo inigualable de saberes. Con él deparó una agradable y ejemplar conversación. Y quiso, en ese sueño, instruirle Plinio en la apreciación de los boleti tóxicos:
“Algunas de las setas venenosas se reconocen fácilmente por su tono rojo claro, su aspecto rancio y su color grisáceo por dentro; están llenas de grietas y estrías y con el borde pálido. No todas las venenosas son de este tipo, pues hay algunas secas y muy parecidas a las comestibles, que llevan como unas gotas blancas encima, que caen desde la piel externa.”
Cavanilles despertó sobresaltado y empapado en sudor. Creyó, en su sueño, probar una de aquellas amanitas phalloides que le acercaba con sus manos el viejo Plinio y comenzó a sentir una quemazón insoportable en la boca del estómago y náuseas. Bebió agua en abundancia y más tarde comprendió que todo no era sino fruto del pesado ágape saguntino, la visión de las ruinas romanas visitadas y la lectura que la noche anterior,  pasada en un hostal de Almenara,  hizo del libro XXII de la Naturalis Historia, del sabio romano: “Botánica y plantas misceláneas”.
Después de aquel día, Cavanilles tuvo un especial aprecio y cuidado hacia las setas y siempre que podía, y las condiciones lo aconsejaban, salía a los montes en busca de aquellos boletus que tanto atrajeron a Plinio y que hoy a tantos apasionan.

lunes, 23 de marzo de 2020

VIAJE A MURVIEDRO DEL "GENTILUOMO" GIOVANNI BEMBO (1505)

Dibujo del teatro romano saguntino por Anton Van Wyngaerden (1563) 




Imaginar a Giovanni Bembo con sus caballeros venecianos, acompañados por el poeta sevillano Juan Partenio Tovar –de quien se resaltaba su extravagante forma de vestir en la Valencia del XVI- y el joven Juan Luis Vives, declamando y tomando apuntes y bocetos de las ruinas y las letras romanas, es una de las bellas imágenes que no debemos olvidar y que podemos formarnos de un tiempo cuya memoria hoy sólo nos traen viejos papeles o libros eruditos.

El veneciano Giovanni Bembo (1473-1547) visitó nuestra ciudad a comienzos del siglo XVI, cuando los humanistas de toda Europa se acercaban a ella en busca de las huellas arqueológicas de la Antigüedad. Allí copió varias inscripciones, pudo contemplar y gozar de los grandes vestigios de la Antigüedad (el Teatro romano y el “Templo de Diana”), acompañado por el poeta, recién nombrado catedrático de Poesía y Oratoria en la Universidad de Valencia (1503) −venido de Roma y protegido de los Borja−, Juan Partenio Tovar quien ejerció hasta el curso 1513-14, teniendo como alumno a un joven Juan Luis Vives antes de verse obligado a su exilio a las tierras del Norte.

El relato de aquella visita la hizo el propio Bembo en una carta latina[i] que escribió a un amigo de Corfú, Andrea Anesi, en 1536, y que recogió y publicó el Abate Iacopo Morelli, bibliotecario de San Marco, en Venecia (1803).  




[i] Leemos en dicha carta: “Tunc fama excidii Saguntìni pellexit me cum Parthenio Tovar poeta Saguntun ire, quod a Valentia distat quinque millia passuum. nunc dicitur Monvedro. Vestigia maxime urbis adparent, et Templum Dianae conspicitur, et Teatrum integrum cum suis scenis in declivo montis aedificatum. Sagunti multa Epitaphia descripsi ...”.


lunes, 16 de marzo de 2020

BENEDETTO CROCE EN SAGUNTO (1889)







Un joven Benedetto Croce, con tan solo veintitrés años, visitó la ciudad de Sagunto en la primavera de 1889. Lo acompañaba su paisano y antiguo compañero de estudios, Francisco Capece Galeota. Este viaje por la península, recorriendo paisajes y ciudades de España y Portugal, fue espoleado por la lectura del libro de Edmondo De Amicis, España, publicado en 1872, y por su interés y sus estudios sobre la historia de las relaciones entre España y el reino de Nápoles. Al mismo tiempo, suponía un asueto para despejar la tristeza en la que se vio sumido el joven filósofo e historiador, cuando cinco años antes su familia, sus padres y su hermana, murieron en Casamicciola –en la isla de Ischia, donde veraneaban- debido a un terrible terremoto que le dejó también a él semienterrado y malherido entre los escombros de aquel seísmo.
De aquel viaje, tomó Croce unas notas por aquel entonces que, posteriormente en 1926, retomó para pasarlas a limpio, aunque no las daría a la luz pública; hasta que en 1961, nueve años después de su muerte, fue publicado por su amigo y biógrafo, Fausto Nicolini, como separata del Bolletino dell´Archivio storico del Banco di Napoli.
Las notas referentes a su visita saguntina fueron publicadas en la revista Braçal (en el número 9, de 1994), traducidas y con una introducción del catedrático de italiano de la Universidad de Salamanca, Félix Fernández Murga, con quien contacté y al que pedí que nos pasara -al Centre d´Estudis del Camp de Morvedre- un adelanto de su trabajo, que sería, un año después, publicado por la Universidad de Sevilla: Benedetto Croce, En la península ibérica. Cuaderno de viaje (1889), Sevilla, 1993.
He aquí lo que nos legó Benedetto Croce:

15 DE MAYO
Al tomar el tren para Murviedro (Sagunto) a primeras horas de la mañana, nos hemos encontrado en el vagón con un viejecito muy pulido y simpático, que en un primer momento nos ha ofrecido sus periódicos para que los leyéramos, y luego ha entablado conversación con nosotros y, al saber que éramos italianos y que íbamos a Sagunto, nos ha dicho: Siento mucho no poder acompañarles y hacerles de guía; pero les voy a dar una tarjeta de presentación para un amigo mío, don Antonio Chabret, que es el historiador de Sagunto. El viejecito es también a su vez un erudito local de Valencia: Eduardo Pérez y Pujol[i] (Eixarchs, 7, Valencia), según hemos leído en su tarjeta de visita. Pero, desafortunadamente, en Sagunto no hemos podido encontrar a Chabret, que había salido a dar una vuelta por asuntos de su profesión y que volvería demasiado tarde para nosotros. De todos modos, he comprado su obra en la tienda del salchichonero, tabaquero y librero del lugar. Dando una vuelta por la Sagunto moderna, hemos visitado su iglesia gótica de bella fachada, abarrotada de mujeres sentadas al modo oriental. Hemos subido luego al castillo con la guía de un soldado. Dicho castillo cubre toda la colina en la que se alzaba la ciudad antigua: al lado izquierdo de la colina, mirando al mar, están las ruinas del teatro; más abajo, casi toda en el llano, está Murviedro, que ahora ha vuelto a tomar el nombre de Sagunto. La colina de la antigua Sagunto surge en una cuenca cerrada por un circo, más amplio y lejano, de otras colinas, y es muy pendiente por todos sus lados, excepto uno, por el que baja más suavemente hacia el llano. A la vuelta hemos visitado el teatro, donde se hacían las funciones, como explicaba el guardián. Hemos permanecido un buen rato en la colina, disfrutando desde allí de la jornada, triunfante de luz, y de la vista de la fertilísima campiña valenciana.”




[i] Eduardo Pérez Pujol fue un Catedrático de Derecho, que ocupó el cargo de Rector de la Universidad de Valencia durante varios años. Un distinguido intelectual progresista, adscrito al krausismo. En el momento en que Croce lo conoce se encuentra jubilado.


LA VISITA DEL PATRIARCA DE JERUSALÉN, NUNCIO APOSTÓLICO EN ESPAÑA, CARLO CAMILLO MASSIMO, A MORVEDRE (1654)

    Desde hace ya bastante tiempo, vengo dedicándole mi atención al tema de los viajeros y Sagunto. Debo mi devoción al tema a lo que me e...