Una de las calles cortas, encaramadas y sinuosas del Barrio de
Ciutat Vella de nuestra ciudad de Sagunto lleva el nombre, para algunos
incógnito, de Isabel Coello. Encontramos su situación subiendo por la cuesta de
la calle del Castillo, cerca de la replaceta de la ermita de Santa María
Magdalena, a la izquierda, y, si la sigue el paseante, desembocará en la calle
de Leonardo de Argensola, nombre del poeta y cronista aragonés, del siglo XVII,
autor de unos célebres versos dedicados a Sagunto.
Esta pequeña calle tuvo un primer nombre acorde con el saber
toponímico tradicional de los pueblos, que da nombres comunes y cercanos a las
calles: se llamó carrer de l´olmet. Perdió esta denominación hacia finales del
siglo XIX, cuando el cronista Antonio Chabret quiso dedicar algunas calles al
recuerdo de personajes ilustres que o bien habían nacido en Sagunto, o bien
tenían con nuestra ciudad una estrecha relación. Así lo recogió nuestro
cronista en un precioso librito editado en 1901, Nomenclátor de las calles, plazas y puertas antiguas y modernas de la
ciudad de Sagunto: “Este nombre ha sustituido al de Olmet, que llevaba esta calle. El actual es de fecha reciente, para
dedicarle un recuerdo á la eximia artista saguntina del siglo XVI, que asombró
con sus progresos en pintura y en música”.
Chabret escribe el apellido con “u”, Cuello, no con “o”, Coello,
como actualmente se le ha rotulado. Para dar más noticias de esta pintora e
intérprete musical, Chabret nos aportó unas breves notas en su magna obra, Sagunto. Su historia y sus monumentos,
en el capítulo dedicado a “Hijos célebres de Sagunto”: “Por las noticias que
nos legó Nicolás Antonio en su Bibliotheca
nova, sabemos que esta célebre artista fue hija de Sagunto y que floreció
en el siglo XVI. Ensalza tanto aquel autor á nuestra artista, que la cree digna
de figurar en uno de los lugares más distinguidos de la escuela del célebre
Alfonso Sánchez; tanta era la pericia en el manejo del colorido y en el
parecido de los retratos que ejecutaba. Fué peritísima en el arte musical y
tocaba con donaire varios instrumentos, cuyas cualidades, realzadas por su
honestidad y otras virtudes que en ella resplandecían, la dieron mucha
celebridad”.
Desafortunadamente, no hemos encontrado la referencia que da
Chabret en la obra del humanista barroco, el bibliógrafo Nicolás Antonio,
publicada hacia finales del XVII. En todo caso, este bibliógrafo basaría su
nota en la referencia que sobre Isabel Cuello dio, un siglo antes, el humanista
del Renacimiento, Juan Pérez de Moya, en su obra, Varia historia de Sanctas e ilustres mujeres. En ella nos dice:
“Isabel Cuello, natural de Monviedro, pueblo del Reyno de Valencia, hija de
Alonso Sánchez, famoso pintor de Cámara de la Magestad de Don Felipe Rey de
España II, de este nombre nuestro señor: la qual retrata con grande admiración
de los que de esta arte mucho entienden. Allégase á esto ser música de tecla,
harpa y vihuela de arco, y cítara y de otros instrumentos músicos, y hácela más
clara su gentileza, bondad, honestidad y mucha discrecion.”
Pero, desgraciadamente, el lugar que Juan Pérez recogía en su
diccionario de mujeres y que, seguramente, sería el que arrastraría Nicolás
Antonio, en el libro del que dice tomar Chabret la noticia, será, con el
tiempo, desmentido. El historiador y biógrafo José Antonio Álvarez Baena, en su
obra Hijos de Madrid, de finales del
siglo XVIII, fue quien aclaró los datos del nacimiento de la pintora: “Nació en
Madrid en la Parroquia de San Pedro el Real, año de 1564. Alonso Sánchez Coello,
famoso pintor de Cámara del Señor Felipe II, natural de Benifayró, en el Reyno
de Valencia, a 5 leguas de esta Ciudad y bautizado en el Alcayria Blanca, cerca
de dicho lugar, fue su padre; y Doña Luisa de Reynalte, natural y vecina de
Madrid, en donde nació año de 1541 en la Parroquia de San Miguel, su madre.”
Asi pues, la Isabel Cuello que diera nombre a la calle, promovida
por Chabret, no es sino la hija del pintor de Cámara de Felipe II, Alonso
Sánchez Coello, nacido en un pueblo de nuestra comarca, Benifairó de les Valls,
pero que pronto se trasladaría a Portugal donde entraría a trabajar como pintor
para la Corte del rey portugués Juan III. La hija mayor de Sánchez Coello sería
Isabel, quien vivió junto a su padre en la Casa del Tesoro, junto al Palacio
Real, estando en contacto con los mejores artistas e intelectuales del
Renacimiento español. Su pintura, sus retratos, fueron admirados y celebrados
en su época y con posterioridad, como así recoge el tratadista en pintura Antonio
Palomino.
Isabel Sánchez Coello, que es como cabalmente debemos llamarla, perteneció
a un grupo de mujeres artistas que descollaron en distintas artes a lo largo de
los siglos XVI y XVII, aprovechando el ambiente de cierta permisividad que la
cultura patriarcal de la época toleró, ante todo a las clases aristocráticas y
acomodadas, así como a las hijas de artistas, como, además de Isabel, fueron
los casos de Sofonisba Anguisola, Margarita y Dorotea Macip, las hijas de Juan
de Valdés Leal o Mengs, Inés Salcillo, etc.
Isabel Sánchez Coello se casó con el escultor Francisco de Herrera
y Saavedra, con quien tuvo un hijo, Antonio de Herrera. Su casa, hasta su
muerte, en 1612, fue un centro de
actividad cultural, reuniéndose en ella una gran parte de la intelectualidad de
su época. A las tertulias de la casa de Isabel, fue asiduo el “Fénix de los
Ingenios”, don Lope de Vega y Carpio, quien dejó inmortalizada a nuestra
autora, en esta ocasión no como pintora, sino como música y cantante meritoria;
dice Lope de Vega:
"En
la divina mano el instrumento,
doña
Isabel Sánchez tiene y templa;
óyelo
el soberano coro atento,
y la
disposición y arte contempla
la
hermosura, el celestial talento
que el
más helado corazón destempla:
garganta,
habilidad, voz, consonancia,
término,
trato, estilo y elegancia.".
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