domingo, 15 de junio de 2025

LA HERMANA MUERTA



Buscar las razones de un hecho que se encuentra en la neblina de los recuerdos es algo arduo, piensa mi amigo. Apenas podemos vislumbrar la secuencia integral de las imágenes que nos golpean con insistencia, que nos llegan de forma equívoca y sin haberlas invocado con premeditación.

Algunos de nuestros recuerdos se nos muestran caprichosos y nos sojuzgan, nos rondan de forma intermitente aunque precisa y se vuelven inopinadamente obsesivos, recalcitrantes. De su razón apenas podemos encontrar la ayuda y el consuelo de los demás y no solo porque es fastidioso contar una imagen infantil tan absurda, tan sin sentido, que nos pondría en un aprieto, sino porque es difícil encontrar las palabras adecuadas para expresarla.

Y, después de todo, quién sería capaz de ayudarnos si ni tan siquiera podemos dar con testigos de aquel hecho, llevado a cabo en la más estricta soledad, en la más estricta intimidad, en la más estricta quietud y silencio de aquel apartado cementerio del pueblecito de Sobrago. Eso, al menos, pensaba mi amigo.

La hermana de mi amigo murió cuando él apenas contaba con un año de edad. Por más que intentaba deambular por los pasillos de la memoria intentado encontrar una imagen, una sombra, algún indicio de ella, solo le sobrevenía un aroma a claveles, un frío intenso en la espalda y algo parecido a una caricia.

Fue hasta mucho tiempo después, cuando estudiábamos en el Instituto, cuando Pablo me hizo estas confidencias, porque, hasta entonces, la única persona a la que permitió entrar en su indagación personal fue, cómo no, su madre. Si alguien podía ser capaz de desenredar aquel ovillo enmarañado y dar con el cabo del hilo, ya que no él, esa era sin dudarlo la señora Amparo. A ella acudió en más de una ocasión para saber de su hermana, esperando encontrar en el relato una respuesta que le permitiera explicarse las dudas que lo acechaban.

-Sabes que no me gusta hablar de eso, Pablito, ya te lo dicho muchas veces…Tu hermana era un ángel, un ángel y cuánto te quería, te quería con locura- le decía a su hijo, apesadumbrada, la señora Amparo.

Siempre le decía lo mismo, yo fui testigo de ello en un par de ocasiones, cuando Pablo me invitó a su casa a probar el chocolate caliente que su madre le preparaba para merendar, con aquellas deliciosas galletas. Aunque, por entonces, ya sabía, me lo había dicho mi madre, cómo había muerto la hermana de Pablo: “Niño, ten cuidado con las tracas, que no te pase lo que a la hermana de tu amigo, que se las llevó a la boca y ahí la tienes a la pobrecita, muertecita en una tumba”.

El florero vacío sobre la lápida de mármol, la enorme cruz y la fotografía ovalada de tu hermana protegida por un cristal que limpiabas cuidadosamente con el pañuelo. Allí llegabas con tu bicicleta, la dejabas en la reja de la entrada del camposanto, te acercabas con unas flores silvestres que habías recogido por el camino, de cualquier huerto, y allí le rezabas. Y, al igual que siempre, el aleteo feroz de un palomo por encima de tu cabeza, paralizando su vuelo en aquel mismo instante en que tratabas de recordarla. Mirabas hacia arriba y solo veías un destello de luz y el zumbido ensordecedor, y, finalmente, las plumas coloreadas esparcidas sobre la lápida blanca de tu hermana muerta.

Pero no le dije nada a Pablo, no le dije que yo estaba al tanto de su secreto, no quería darle explicaciones embarazosas sobre mi silencio. Quizá fuese el miedo, la misma atracción que él sentía por visitar aquella tumba hasta que despareció, cuando trasladaron los restos de su hermana al osario común.

Intento buscar las razones, pero solo un aroma de claveles, un frío intenso en la espalda y algo parecido a una caricia siento, cuando visito la tumba de mi amigo.


Juan Antonio Millón.


(Publicado en Els plecs de l'Udiva, nº3, 2012)

jueves, 5 de junio de 2025

RESEÑA DE 'COMO UN MAR ANTIGUO', de HILARIO BARRERO

 


Como un mar antiguo, comienza con cuatro poemas a una Atlántida olvidada en el mar, en ella el poeta espera “que algún futuro nos encuentre allí desnudos / aferrados a la barca varada / hacia un viaje final”. Aparecerá el mar de nuevo con otras formas, como en el espléndido poema “Las edades bárbaras”, escrito en vigorosos endecasílabos, donde el poeta recuerda:

 

Fue la niñez feliz, aunque el dolor

bastía el descubrimiento del mundo

y las heridas de la piel y del alma

mascaban las lindes de nuestro cuerpo.

 

De “aquella Atlántida que fuimos” de un mar imposible, Juan Antonio Millón (1960) nos lleva a un viaje por la naturaleza y nos enseña otros mares de olas y olivas, ríos y fuente, piedra y alma y a esa honda melancolía que uno siente al ver pasar la vida, la llegada del otoño, que es un poco el morir:

 

Como una canción antigua,

inesperada y feliz,

el otoño volverá.

 

El crítico García Martín, en la contraportada del libro, escribe: “Con pluralidad de formas, del soneto al haiku, pasando por un verso blanco entre rítmico y conversacional, Juan Antonio Millón reflexiona sobre la usura de los años y rescata para siempre y para todos, los pecios más preciados del naufragio del vivir”

 

Uno de los poemas finales, “A pie de playa”, nos invita, como lo hace Aleixandre en el poema “En la plaza”: “desnuda el sentimiento / de todo lo pasajero” y a entrar al mar:

 

Rompe el grito contra la espuma

y espera la distancia de los adioses.

Olvídate,

desnuda el sentimiento

de todo aquello pasajero

y mójate los pies

en esta playa leve

esperando un rayo

de claridad infinita

justo en medio de la noche.

 

Un libro que es un salvavidas para el recuerdo, una barca con un Caronte de sal y viento que nos ayudará a pasar la Estigia, un viaje a la noche iluminada por el sol de la sombra. Poesía honda, equilibrada, poesía donde vibra la emoción, poesía orientada con la brújula de la razón a babor y la rosa de los vientos a estribor. Nave que nos lleva por un mar antiguo, en búsqueda de esa Atlántida que nos espera para el viaje final.


NUNCA


Regresan las palabras como un mar antiguo,

lenta, pausadamente,

a decirme de nuevo la verdad inconfesable:

lo que no te dije 

y siempre quise decir,

la mano tendida que nunca 

llegó a acariciar tu piel

cuando más que nunca

estuve tan cerca de ti,

la voluntad nunca cumplida,

el sueño nunca soñado,

la lágrima nunca vertida, 

el nunca escuchado grito.

No sabrás nunca 

cuanto te quise, compañera,

nunca tendrás todo el calor

de este silencio que quema.


(Editado en el blog Cuadernos de Humo, 6 de junio de 2023)

lunes, 2 de junio de 2025

SOBRE 'TODO LO QUE VERÁN TUS OJOS' (III), de PEDRO GARCÍA CUETO

 


Editado por Trencatimons editores, Todo lo que verán tus ojos, el último libro del profesor y poeta Juan Antonio Millón es un resplandor, un reencuentro con la Naturaleza que es esplendor siempre.  Late en la luz del amanecer mucho mar, como el de la cubierta del libro, pero también una fusión con la Naturaleza, pero también un canto a los seres queridos, que viven en él como amanecida. En el poema «Farolillos de estío», Juan Antonio expresa el amor por la Naturaleza, que ha sido su ventana hacia el mundo: «Allí arriba la luna sola se agiganta / en el viento frío de la anochecida, / y un húmedo soplo acá me anuncia / la arribada portuaria de las aguas estivales».

  El paisaje que va tejiendo el poeta, el tapiz que es lenguaje y que es orfebrería en manos del amanuense que descifra la vida en sus detalles. Juan Antonio Millón escribe desde el amor por la tierra, por la vida, sin olvidar que somos fugaces, puras olas que han de pasar en la noche de los tiempos. Y el contraste del mundo, por ello titula un poema «Primavera de invierno», porque todos somos retazos de una vida que nos teje y nos desteje a la vez. El paisaje se convierte en confidente, el mundo es un tapiz que también sangra:  «Las arboledas se queman / en primavera de invierno, / reducidas a rescoldos / de hosca brasa vegetal».  Y la belleza presente en esta primavera que es el poema, porque todo esplende en un azul donde convive el amor con la ternura, la luz con la sombra. Por ello, titula «Preguntas a una primavera» un bello poema donde dice:  «¿serán labios las flores / y sus caídas un largo beso ansiado / al seno de la madre? / ¿Y el perfume, una despedida del aire?». Todo el libro es un tapiz donde el poeta sabe que el cuerpo es un paisaje y el amor una luz que anuncia el día. 

 

    Y los padres están presentes en el poema «Rosa de cenizas», vínculo tejido con la calma del tiempo, seres eslabonados a su vida para siempre. El recuerdo bajo la arcilla, como dice el poema, porque todo es ceniza, al fin y al cabo. Vidas que se convierten en polvo, vidas que fueron luz cegadora y ahora son evocación del amor verdadero.  Y pienso al leer el libro que «Todo lo que verán tus ojos» dedicado a su Beatriz es a su hija, fecundo nexo con la tierra, el mejor fruto de la cosecha: «Busco atrás en el tiempo / y recuerdo, ¡qué alegría! / tu primera mirada. / Detrás del cristal esperé –esperamos- / a que abrieras los ojos». Cierra Juan Antonio Millón el círculo de la vida, sus padres, su hija, la primavera que esplende, pero que también se muta en invierno cuando el corazón sufre. 

 

  Estamos ante un libro hermoso de un poeta que sabe que lo más importante está en la tierra, la que queremos, la que nos quiso y la que nos acogerá. Libro luminoso, que es un canto al futuro también, sin olvidar el pasado. Los recuerdos de su niña en la Provenza convierten al poema en ese tejido donde el poeta cumple su destino: unir los lazos afectivos y saber que el pasado feliz aún vive en el recuerdo. Presente y futuro quedan en esa espera que la vida siempre va guiando. Y en su último apartado «Poesía viajera» podemos sentir que el viaje es un rito de descubrimiento que nos hace más cultos y más libres. 

 

   En suma, Todo lo que verán tus ojos es un libro que ilumina, un poeta que ya ha tejido el telar donde nos ofrece un mosaico de paisajes desde dentro a afuera, desde afuera hacia el interior.

 

PEDRO GARCÍA CUETO

 

(Culturamas, 10 de octubre de 2022)



SOBRE 'TODO LO QUE VERÁN TUS OJOS' (II), de JOSÉ LUIS MORANTE

 


 Asevera la propia experiencia que, en el intervalo digital, el blog se ha convertido en eficiente cuaderno de campo. Constata un pausado deambular que focaliza secuencias del taller literario. Así han ido amaneciendo en la bitácora “Sendas y divagaciones”, junto a  poemas integrados en otros ámbitos, muchas de las composiciones del libro Todo lo que verán tus ojos  del poeta, ensayista y traductor Juan Antonio Millón (Sagunto, 1960). Una nota previa recuerda que la primera versión de esta salida, tras el inicial Paisaje desde el sueño (2008), se publicó en México con el título de Sendas que tracé, dentro del catálogo de Ediciones Inestables. La voz poética de José Antonio Muñoz Rojas, sálmica y sentenciosa, advierte que “Sin canto no hay silencio donde crecer”; y convierte en certeza el carácter reflexivo del poema como rumor que enlaza el paisaje sentimental del pretérito y los pasos inciertos del presente.

 

   La palabra concilia sensibilidad y escritura en un marco temporal sosegado y confidencial que alienta una percepción reflexiva. Tras la amanecida despierta la voluntad escritural, retorna la necesidad de un fluir lírico que deje constancia de la vida al paso. Como si la palabra enlazara lo transitorio con lo más elemental, no hay ninguna pretensión solemne, solo la hermosa cadencia de un trayecto de afirmación vital, en cuyo espacio se van diluyendo rastros de ternura, la efímera prestancia de lo que se mueve.

 

   El poeta reflexiona sobre la propia identidad a través del recuerdo. Desandar el tiempo es escuchar de nuevo la voz de la madre, dar vuelo a los sueños juveniles, y aprender la caligrafía borrosa de los sentimientos, su vanidad de vida y de belleza que poco a poco se va transformando en niebla fría, en páginas de una memoria frágil a la intemperie: “La vida pasa, como la flor del jazmín”.

 

   Aunque el formato general del libro es el poema breve en verso libre, Juan Antonio Millón deja otras formas expresivas como el haiku, estrofa que da pie a un abanico de composiciones integrado en “haikus de la alcancía”. El reloj gotea instantes y desde su fugacidad y vuelo etéreo nacen las ramas que exploran el intangible rastro de su paso. El poeta refuerza el núcleo semántico de cada haiku mediante un título fuerte que deja en su cavidad el tema básico de cada estrofa: alcancía, melancolía, zánganos, verano, pájaros… son sustantivos que enlazan sensaciones y gestos del sujeto, una nítida crepitación de lo que aflora en la amanecida.

 

  El escritor cierra la entrega con el apartado “Poesía viajera”, que convierte al desplazamiento en senda cognitiva y confidencial. El sujeto expande su estar nómada entre la luz cambiante de una geografía mudable, donde las cosas se diluyen para ser meros rastros en la memoria, empeñados en buscar sentido. Desde esta mirada sensitiva, van llegando las vibrantes notas de los recorridos y el empeño del yo en establecer sus propios itinerarios interiores: “Escrutar para entrever, / en este matojo de callejuelas / de las tenerías del alma, / como en un remolino de agua /el ser.”

 

 La realidad poética de Todo lo que verán tus ojos muestra los signos desvelados del yo y su conciencia de lo temporal. Los pasos del ahora arrastran consigo evocaciones y recuerdos, itinerarios y retornos que testimonian un entorno cambiante, donde el yo reafirma su logos reflexivo, sus afectos, su empeño en hacer de la palabra una sencilla confesión. Las horas en calma postulan una condición de ser testigo que exige abrir los ojos y cobijar en ellos unos hilos de luz.

 

JOSÉ LUIS MORANTE

 

(Del blog Puentes de papel, 24 de julio de 2022)



SOBRE 'TODO LO QUE VERÁN TUS OJOS' (I), de MARCOS TRAMÓN


                                          El poeta Marcos Tramón en un bar de Oviedo


Juan Antonio Millón (Sagunto, 1960) publica "Todo lo que verán tus ojos", un libro de poemas que ya había sido editado en México, en diciembre de 2017, con el título "Sendas que tracé".

Se divide en dos partes, "Sendas de la voz poética" y "Poesía viajera".

Comienza Millón una de sus composiciones confesando: "Fui, como otras veces, a la búsqueda del pasado"; y es que hay mucho en este volumen de eso, de confesionalismo, de melancólica introspección en el tiempo que se nos ha quedado atrás. No carece la voz Juan Antonio Millón de cierto tono áspero, que no desentona junto a un delicado lirismo y una atenta observación de la naturaleza o de algunos paisajes escogidos.

Todo lo que verán los ojos del lector de este libro altamente recomendable será un buen puñado de excelentes poemas.

 

(Muro de Faceboock de Marcos Tramón, 2 de junio de 2022).


LA HERMANA MUERTA

Buscar las razones de un hecho que se encuentra en la neblina de los recuerdos  es algo arduo, piensa mi amigo. Apenas podemos vislumbrar la...