martes, 11 de marzo de 2025

RESEÑA DE 'PAISAJE DESDE EL SUEÑO', de MIQUEL MARTÍNEZ


 

Magnífica cuna poética, la de Sagunto. Demos la bienvenida a Juan Antonio Millón. Paisaje desde el sueño rebosa honestidad. La sabiduría acumulada se disuelve a favor de la indagación más personal.

Parece obedecer el libro a la triple acción del arquero: máxima exigencia conceptual en la primera parte, «Alcancía», para tensar el arco; en la segunda, «Espacios de albor y de espesura», geografía temporal donde ubicar los hallazgos, instante en que el arquero ha encontrado un paisaje para el dardo, pero éste no se ha movido un ápice todavía; y tercera, «Alientos del deseo», donde el poeta queda al alcance de las heridas que provoca su propia flecha. Siendo el conjunto una luminosa apuesta, resultan más convincentes y vigorosos los dos primeros tramos; «Alientos del deseo», con ser, como bien indica Jaime Siles, la sección más lírica del libro, no sostiene el alto nivel de exigencia indagatoria del resto. Millón alcanza que todo acontecer es ruina, «Y lo que fue se fue», cuya raíz procura su oro en humedades profundas. Entendemos que el olvido no es la nada, es el recuerdo todo. Para el alma todo acaba de suceder, «Somos un alma de ausencias vivas”. Azorín estaría orgulloso de «Alba de ausencias», «Luz y soplo. Aire encadenado y prendida llama de la lejanía, / como un tiempo y un espacio meditados». Los otros, los que se han ido, aquí siguen, pues son proyecciones del yo. Mientras vives ya inventas, nunca fue éste atributo exclusivo del recuerdo. Afán de infinito, vocación de ser llama, brasa, ceniza, «Sucesión del humo”. Ya previó, nombrando la penumbra, el imperecedero bascular de uno a su yo mismo, «Anidas, conciso, / el feraz olivo y su remota sombra”. El saber, luego de extrañarse en lo vivido. El vacío es asedio del deseo, «Numen de lo que espera/ en la estación sin tiempo». Donde «ausencia» leamos «deseo», donde «olvido», recuerdo para siempre. «Sed, en fin, sed», pues vivir es esperar. Sueño, «errático paisaje», e infancia, confuso eco, resuenan en un «corazón deshabitado». Bella imagen la del tren para agrupar pasado y presente, «Trepa y la memoria con él/ viaja hacia las sombras de una luz de estío». Barcas son deseos fondeados, permiten la ilusión del eterno comenzar. Humilde mirada, papel preciado, «Lo inabarcable de la mirada/ resuelta en tu mirada/ de lo inabarcable». Evocador reconocimiento, en fin, hazme sentir, amada, «Pronúnciame». Sentirás deseo por sentirte deseado, el deseo que presta unicidad a «estos fragmentos anhelantes de ti». El dardo y la herida son lo mismo, «Fuiste la razón de lo que fui/ y hoy sólo huyo de lo que fuiste». Sea bello pórtico. Aguardemos lo mejor de Juan Antonio Millón.

Lletres Valencianes, nº 25 pp. 88-89 (2009)


lunes, 10 de marzo de 2025

EL ESCRITOR TUROLENSE ISIDORO VILLARROYA Y EL “MITO DE SAGUNTO”



Poco se sabe del autor turolense Isidoro Villarroya y Crespo, escritor de la primera mitad del siglo XIX, pero hemos podido acceder a su expediente administrativo, su “Hoja de servicios” —que se encuentra en el Archivo del Instituto “Vega del Turia” de Teruel—, y de ella podemos extraer los datos biográficos y bibliográficos básicos que exponemos a continuación.

Biografía de Isidoro Villarroya y Crespo

Nace el 3 de abril de 1800 en el pueblo turolense de Corbalán y a los 13 años comienza sus estudios de Gramática latina en las aulas públicas de la ciudad de Teruel. Un año después, en 1814, obtiene una beca de número en el Real y Conciliar Seminario de Teruel y cursa como seminarista interno Filosofía, y dos años de Teología escolástico-dogmática y Sagradas Escrituras. En 1824 obtiene por oposición el Magisterio de latinidad en la villa de Mora de Rubielos, y en 1827 el título de Preceptor de latinidad. Ese mismo año, es invitado por el Obispo de Teruel a desempeñar la Cátedra de Retórica y mayores del Seminario Conciliar, cargo que ejercerá durante 18 años.

En 1834 es nombrado vocal de la Junta de Instrucción primaria de la provincia de Teruel y en 1845 será comisionado por el Excelentísimo Ayuntamiento para redactar la contestación que se debía remitir a la Comisión provincial de Monumentos históricos y artísticos de dicha ciudad. También el año 1845 fue invitado, con motivo de la creación del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza, a ocupar la misma Cátedra que desempeñaba en el Seminario Conciliar. En marzo de 1847 recibió el nombramiento de Catedrático de Latín y Castellano de ese mismo Instituto. En 1853 fue invitado por el Obispo de Teruel a impartir clases de griego en el Seminario, lo que hará hasta su muerte el 19 de mayo de 1855.

La práctica totalidad de sus libros los edita en Teruel, en tres Imprentas (Gimeno, García y Zarzoso), pero editará un libro, por el que es más conocido, en Valencia, en la colección del librero, editor e impresor, Mariano de Cabrerizo.

El primer texto que publica es un folleto en 16º, El Santo Via-Crucis y Dolores de María, en cuartetas y décimas (Gimeno, Teruel), en 1834. Tres años después,  en  1837, unas Lecciones de geografía (Gimeno, Teruel), en un tomo en 8º. Al año siguiente la novela histórica, Marcilla y Segura o los amantes de Teruel. Historia del siglo XIII, en dos tomos en 16º, editados por Cabrerizo en Valencia. En 1840 edita en un folleto en 16º, unas cuartetas con el título, Inventiva contra la blasfemia (Zarzoso, Teruel). Cinco años después, en 1845, publica tres libros: Baturrillo o una caravana estudiantina (Zarzoso, Teruel), en dos tomos en 16º papel marquilla, una obra satírica; y los dos libritos que a nosotros nos interesan, Las ruinas de Sagunto. Poema histórico perteneciente a la época de la dominación cartaginesa de la España Antigua y El hombre de la cueva negra o las ruinas y restauración de Sagunto, hoy Murviedro, los dos libros editados en Teruel, por la imprenta García, en dos tomos en 8º.

Isidoro Villarroya y el “mito de Sagunto”

Estos dos últimos libros pueden considerarse como formando una unidad, tanto desde un punto de vista temático como de cronología referencial: los avatares de Sagunto desde su asedio y destrucción en el año 219 a. de C, hasta su reconquista por los hermanos Escipión, Publio y Cneo Cornelio, cinco años después, en el 212 a. de C. Si bien,  ambos difieren en su género textual. Por una parte, Las ruinas…, es un largo poema épico, escrito en versos endecasílabos, con rima asonante en los versos pares (manteniendo la siguiente regularidad: los cantos I y II la rima es é o; el III y IV,  í o; el V y VI,  á o; y el VII y VIII,  é a) y en él se refieren los hechos constitutivos del “mito de Sagunto”, siguiendo las fuentes clásicas y los estudios historiográficos contemporáneos a su autor, como él mismo refiere en el prólogo y en la multitud de notas que acompañan a su texto.

Por otra parte, El hombre de la cueva negra…, es una novela en prosa, en la que el autor narra unos amores y unas peripecias ficticias, enmarcadas en el periodo siguiente a la destrucción de Sagunto hasta desembocar en la restitución de la ciudad tras su conquista por el ejército romano, si bien todo el primer capítulo, así como la totalidad del tercero, y parte del segundo y cuarto, refieren acontecimientos históricos anteriores que lo ligan con el poema épico.

Las ruinas…, es un poema de factura clásica, que sigue estrictamente el canon épico y se atiene al paradigma de la narración del mito saguntino, extrayendo su información de las fuentes clásicas (Polibio y los excerpta de Fabio Píctor, Tito Livio y Apiano), así como lo referido por otros autores, posteriores, o contemporáneos a Villarroya, y que él alude, extrayendo en sus notas citas de estos: Mariana, Isla, Masdeu, Romey o Miguel Cortés. Este último y su obra Diccionario geográfico-histórico de la España Antigua, será muy citado por Villarroya, con continuos elogios. Posiblemente, Villarroya fuese alumno del sacerdote Miguel Cortés y López, nacido en Camarena en 1776, que fue durante un tiempo Catedrático en los Seminarios de Teruel y Segorbe. Quizá, también, fuese a través de él como Villarroya publicó en la colección de Cabrerizo en Valencia, ya que por esa época estaba Cortés residiendo allí, como Chantre de su Catedral,  y debemos recordar sus ideas liberales (fue diputado en las Cortes de Cádiz y sufrió exilio político, además de un proceso inquisitorial), que lo situaban en la órbita de Cabrerizo.

El hombre de la cueva negra…, como hemos dicho más arriba, es una novela histórica, que cabría incluir, siguiendo la clasificación que propone José Ignacio Ferreras, dentro de la denominada “novela arqueológica”. Responde al modelo romántico de Victor Hugo y Walter Scott, y en ella se nos relatan los infortunios de una pareja amorosa: Lidoro y Aminta, víctimas de la violencia y el despotismo cartaginés. La obra presenta situaciones siniestras, giros inesperados y aventuras y peripecias propias de la novela romántica y sentimental.

La trama novelesca comienza con el personaje Laufitel, ciudadano de Emporion, quien se encuentra en las cercanías de Sagunto, en el rio Idubeda, huyendo de unos cartagineses que lo buscan temiendo que sea un espía. Efectivamente lo es, de Escipión, quien le ha enviado a que le informe de los cartagineses y de Sagunto. Una tormenta virulenta le lleva a una masía en la que se niegan a darle cobijo porque la mujer del campesino y su hijo creen que es el gigante de la cueva negra. Laufitel les muestra que no es así, pero se entera por una conversación que tienen unos hombres en la masía junto al fuego, que cerca de allí hay una cueva habitada por un mágico o nigromante que arroja fuegos.

Laufitel movido por la curiosidad se acerca a la cueva y descubre allí a su habitante, a quien le dice que no le hará nada y le descubre quién es. Al enterarse que se encuentran los romanos en Hispania y de quién es, el gigante le dice que él es un jefe saguntino y le cuenta su historia: el asedio y destrucción de Sagunto, la muerte de sus padres, la muerte de su amada, Aminta y cómo llegó hasta allí gracias a los colonos de una casa de campo suya y a la de una aldeana que le suministra cada cierto tiempo víveres.

Miestras resuelven cómo llegar a los romanos e informarles, sabemos que no todos los saguntinos han perecido, que Aminta está viva, es una de los rehenes que fue salvada por un capitán cartaginés hispano (su madre, amiga de Himilce, la esposa hispana de Aníbal, consigue saldar sus deudas y enrolar a su hijo). Este la requiere, pero Aminta lo evita. Se la somete a Aminta a un juicio y el Comandante Indúbal cree que quien mató a Felicio y a otros soldados cartagineses fue Lidoro, que aún sigue vivo. Y acusa a Aminta de ocultarlo.

Como se ve, se trata de una obra repleta de amores, intrigas, cambios súbitos, revelaciones insospechadas…. Tan solo aludiré al fin de los amantes porque enlaza esta obra con otra suya —mucho más famosa en su época y por la que es recordado—, Marcilla y Segura o Los amantes de Teruel, ya que los amigos de Lidoro, Laufitel y Roseel naturales de Emporion, cuando se dirigen hacia Sagunto, cerca ya de la batalla final que acabará con el poder cartaginés, encuentran a su amigo en un sótano, muerto junto a un arca, besándola, donde se haya sepultada Aminta.

Permítanme, para finalizar, que les exponga unas palabras del prólogo de El hombre de la cueva negra…, que les dará el tono que atraviesa a estas dos obras de Isidoro Villarroya: “Mas no forma la celebridad de Sagunto la antigüedad de su fundacion y prosápia de sus fundadores , ni la fortaleza de sus murallas y alcazar, ni su benigno clima y fértil suelo, ni el cúmulo de riquezas que la prodigára su decantado comercio, ni la dignidad y excelencia de su gobierno; fórmala el inimitable heroísmo de sus habitantes. Los Saguntinos lanzaron los primeros el májico grito de independencia: los Saguntinos dieron el mas relevante ejemplo de amor patrio, oponiéndose con entusiasmo y heróico denuedo al ominoso yugo de la dominación estrangera, y sellándolo con su misma sangre el sacrosanto juramento de fidelidad bien merecidos son los repetidos encomios, que les han prodigado los antiguos poetas é historiadores”.

Juan Antonio Millón (Solo digital. Revista Cultural Turia, Teruel, 2024)

viernes, 31 de enero de 2025

FRANCISCO FUSTER: "La poesía de Juan Antonio Millón"

 


Leo por segunda vez en siete días el poemario de Juan Antonio Millón, Paisaje desde el sueño (Brosquil Ediciones, 2008). Al igual que me sucediera hace unos días con algunos de los versos de Juan Planas, una de las cosas que más me ha llamado la atención en la poesía de Millón y en la lectura que he hecho de ella, es la cantidad de ocasiones en las que he creído ver fielmente descritos, determinados episodios de mi propia biografía. Como persona de naturaleza nostálgica que soy, he sentido una perfecta identificación con muchos de los temas o tópicos literarios en los que el autor insiste repetidas veces. Quizá el mayor y más fuerte de estos sentimientos autobiográficos que me ha refrescado la lectura del poemario, ha sido esa nostalgia de la infancia que - dicen - acompaña a todo ser humano durante toda su existencia adulta y senil y que, en mi caso personal, lleva unos meses anormalmente acentuada. En este sentido, algunos de los versos de Millón [Hoy regresaron de mi infancia / como un confuso eco, / las chicharras y el vehemente silencio de mi abuelo] me remiten a sensaciones que me resultan actuales y cotidianas.

Como dice Jaime Siles en el prólogo, la poesía de Juan Antonio Millón es "una superposición de evocadas ausencias". Efectivamente, la ausencia de los otros y de lo otro, es el leiv motiv fundamental de una poesía que trata de verbalizar, al menos así es como yo le he leído y entendido, esa dialéctica, esa lucha constante, entre el olvido y la memoria [Somos una alma de ausencias vivas, de plenitudes que la vida ha ido abandonando y que nuestra memoria trae a cada instante, arracimándolas en una continuidad sin límites]. La omnipresencia del recuerdo en la obra de Millón, de lo vivido y lo perdido, sitúan al yo poético del autor - como dice Siles - en un no-lugar a medio camino entre el pasado y el futuro, en una tierra de nadie que se debate entre la nostalgia del pasado y el anhelo del futuro: Sutiles versos, / relatos laberínticos, magnos dramas / pincelan nuestras edades, / al dictado de un deseo inescrutable de ese afán de infinito / y esa nostalgia desasosegante.

Junto a esta nostalgia desasosegante, presente sobre todo en "Alcancía", la primera de las tres partes del poemario, otro de los temas o elementos definitorios de la poesía de Juan Antonio Millón es el tema de lenguaje y su incapacidad para reflejar una realidad demasiado fragmentaria y compleja. Especialmente significativos en este sentido son "Límite en el límite" o "Incertidumbre", poema cuyos dos primeros y magníficos versos [Todo semeja falto de totalidad, / parte o mitad de un ser, aún no cumplido] parecen resumir escuetamente, la duda y el desasosiego del hombre moderno.

En la segunda parte del poemario - "Espacios de albor y de espesura" -, esa evocación de la ausencia se traslada a un escenario físico formado por varios paisajes. La sonoridad y la musicalidad de la naturaleza cobran relevancia en unos poemas en los que nos volvemos a encontrar con el motivo de la infancia. A destacar en este desfile de paisajes, un poema con historia como "Arse" - explícito homenaje a la tierra natal del autor - en el que leemos unos bonitos y evocadores versos [Arse, / ser o cíclope, / Muro o montaña. / Piedra rescatada / para una mirada inocente. / Altura / que silabea sin herida / la mayúscula tragedia].

En la tercera y última parte del libro, "Alientos del deseo", el erotismo inspirador y el desamor amargo se vuelven protagonistas. Si Millón empieza esta parte con un sinestésico poema - "Voz y caricia" - en el que tacto y oído, piel y palabra, se confunden [Perfumas las sílabas que pronuncias / tal como la piel de mi cuerpo / acariciado por la dádiva de tu mano / que pulsa, enervado, el sonido de mi deseo.] el libro se cierra con un poema - "Fuiste" - que bien podría ser compendio y resumen de muchos de los elementos presentes en esta poética de la ausencia de Juan Antonio Millón, con la que tantas y tantas cosas he rememorado.

 

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A modo de suculento aperitivo para aquellos a los que se les haya abierto el apetito lector, reproduzco mi poema preferido del libro:

 

FUISTE

 

Fuiste una avenida de álamos

en el tiempo en que la memoria

proyectaba puentes y senderos

ovillando imágenes del recuerdo desatado.

 

Fuiste mar y malecón, paseo líquido,

río de húmedo silencio y atardecer sonoro.

 

Fuiste un sueño que meditaba las horas

habitadas de tu presencia inexcusable.

 

Fuiste la razón de lo que fui

y hoy solo huyo de lo que fuiste.

 

A través de esa avenida,

de ese mar,

de ese río,

de ese sueño,

ya sin razón de lo que fui o fuiste.

 

Juan Antonio Millón, Paisaje desde el sueño, p. 82.

 

 

 

 

COMENTARIOS

 

David P. Montesinos

Hermosa semblanza, Paco, te felicito, y a Juan Antonio por la faceta que le desconocía y que, antes de leer el libro, me parece prometedora. Me gustaría conseguirlo.       

Juan Antonio Millón

Te agradezco mucho tus palabras, estimado Paco. Has sabido encontrar los sonidos y los ecos de esa melodía que he querido verter en mi poemario. Es un orgullo sentirse leído y saber que aquello que has dado a la luz opera en quien lee ideas o sentimientos que preveías en la escritura. Afinidades. Efectivamente esa, como tu la denominas, "nostalgia de la infancia" es uno de los motivos fundacionales de mi palabra y aquello a lo que ella tiende, de forma inexorable, como norte de mi brújula.

Acabo de llegar de ver una película que me ha dejado exhausto. Me he vaciado al tiempo que me ha dejado ahíto de música, imágenes y una extraña sensación de felicidad. La película se llama Despedidas, allí también hay una historia de una infancia, de una ausencia atroz y un sinnúmero de despedidas de seres que nos dejan. La secuencia del hijo amortajando a su padre que lo abandonó, al tempo que descubre, como entre la bruma, su rostro, el rostro del padre que siempre guardó la carta-piedra de su hijo. Un gran hallazgo. Véanla, vale la pena.

Gracias, de nuevo, Paco, por sus palabras y por dar un espacio de su blog a mis poemas.

R.S.R.

Es una delicia incorporarse un lunes e iniciar la jornada laboral con estos versos. No sé quién es Juan Antonio Millón, pero le agradezco que me haya dulcificado la mañana. El poema "Fuiste" es precioso pero en ese verso de "hoy solo huyo de lo que fuiste" creo que está la clave y lo que puede volverlo siniestro. Me encanta. Buscaré el libro.

David P. Montesinos

Tiene razón nuestro protagonista, Juan Antonio, "Despedidas" es una bellísima película. Presiento en ella el regusto del mejor Ozu. Está muy cerca de ser una obra maestra, si no lo es a todas todas.

Juan Antonio Millón

"Okuribito" es el título japonés del film: "el que envía", una especie de Caronte que desde la sencillez, la serenidad, la belleza, ayuda en el duelo a la familia y al finado. Toda una lección para nuestra cultura, para nuestra vivencia del duelo, la de esa práctica japonesa denominada "nokanski". También toda una lección de buen cine, la de este sorprendente director, Yojiro Takita. Una sencilla historia que logra calar hasta el tuétano de ese ser frágil e inestable que somos. Fundando en él, desde la dignidad de la belleza serena, una fortaleza que busca lo inexpugnable.

Francisco Fuster

De nada, Juan Antonio. Ha sido un placer leerte. Esa poesía tuya movida por esa nostalgia de la infancia, me ha resultado tremendamente familiar. Aunque digo en el texto que soy de personalidad nostálgica, hasta hace cosa de uno o dos años no había sentido esa nostalgia de la infancia (tampoco soy tan mayor...). Yo creo que, en mi caso personal, tiene mucho que ver con el haber terminado la carrera y haber cerrado así un ciclo. Inevitablemente, uno hace balance y se acuerda de muchas cosas.

Fíjate lo curiosa que es a veces la memoria. En mi caso, toda esa nostalgia se ha focalizado en mi antigua escuela (no el instituto, la escuela de primaria). Cuando escuchaba a la gente mayor decir que la infancia es el período de la vida que más le marca a uno, no lo acababa de entender; ahora sí que lo entiendo y me acuerdo de una entrevista que le hicieron a Cela en "A Fondo" de TVE (está en Youtube) en la que decía que había tenido una "infancia dorada" y que, cuando le preguntaba su tía aquello de "¿qué quieres ser de mayor?", él decía que se echaba a llorar porque "no quería ser nada, ni mayor siquiera".

Siempre he deseado abandonar el pueblo donde vivo e irme a vivir a otro sitio. Sin embargo, últimamente me ha dado por pasar muchas veces por delante de ese colegio y pensar que me gustaría vivir por esa zona de Alginet. Siempre que puedo paso por allí con mi coche y me quedo mirando el patio del colegio y me vienen a la memoria infinidad de recuerdos. Incluso me dan ganas de hacer algo que tengo previsto hacer en breve (si me dejan). Me dan ganas de ir un día de clase y hablar con mis antiguos profesores (los que queden) y decirles lo que he hecho en estos años para que vean que su enorme esfuerzo durante años no ha caído, como ellos imaginan, en saco roto; bueno, al menos no es mi caso.

Amigos Montesinos y R.S.R., gracias por vuestros comentarios. El poema "Fuiste" al que alude la amiga R.S.R. no solo es precioso, sino que, en mi caso, es tristemente precioso, amargamente autobiográfico. Esos dos versos - "Fuiste la razón de lo que fui / y hoy solo huyo de lo que fuiste" - me han hecho recordar también ciertas cosas, por no decir personas.

Os recomiendo a ambos que os hagáis con un ejemplar del libro. Para todo aquel que le interese, le recomiendo que escriba a alejandro@brosquilediciones.com y diga que escribe de mi parte o bien que me escriba a mí.      

Ángel Duarte

A mi, m'interessa.

Estoy de traslado Tomares/Girona. Es una época del año en la que toca migración, pero, efectivamente, has despertado el interés.

T'escric a inicis de la setmana vinent, però vés pensant com s'ha de fer.

Abraçada y muchas gracias

Francisco Fuster

Perfecte, Àngel. En el teu cas, escriu-me al correu quan ja estigues instal·lat a Girona i jo mateix te l'envie a la facultat.

Si alguien más quiere un ejemplar que me escriba a francisco.fuster-garcia@uv.es y haré un pedido general dentro de unos días. A la gente de fuera de Valencia yo mismo le haré llegar el ejemplar por correo. La gente de Valencia (y alrededores) puede hacer dos cosas: o escribir al editor y decirle que va de mi parte (así imagino que no les cobrará gastos de envío) o pedírmelo a mí para que lo incluya en ese pedido que haré dentro de unos días y luego quedar conmigo un día (en ese despacho que no tengo) para dárselo en mano.

En la reseña que hice de "El bálsamo de la indiferencia" de Juan Planas, hablaba de las librerías valencianas (no hace falta decir nombres, todos los sabemos) que, por omisión, me dificultan en extremo el conseguir los pocos libros de poesía que compro al año. Brosquil es una editorial pequeña de las que sufren este problema. Por eso lo del trajín este que les propongo.          

Justo Serna

Enhorabuena, Paco, por tu blog.

Enhorabuena, Juan Antonio, por tu libro, que yo tuve la fortuna de disfruta

Francisco Fuster

Gracias, Justo. Esta tarde le decía a una lectora común de nuestros blogs, que no sé hasta dónde me llegará la cuerda; que escribir en el blog me ha permitido hacer cosas impensables (quien me iba a decir a mí que estaría reseñando poesía y fomentando su lectura) y agradecidas, pero que me quita un tiempo del que no sé si voy a poder disponer en los próximos meses.

Juan Antonio Millón

Gracias Justo. Espero que hayas pasado un verano feliz y relajado, disipando dolencias. Desde luego que recuerdo tus palabras sobre mi poemario en tu blog: emotivas, amigas, incitadoras. Dirigirme a ti en el blog de nuestro amigo común Paco se me hace extraño y me hace ver a las claras lo que es esto de la red: un gran invento sin duda. Me parece que estás creando escuela.

Yo también espero con expectación el inicio de “Los archivos”. Allí nos vemos.


[Editado por Francisco Fuster en su blog "El malestar de la (in)cultura", 29 de agosto de 2009)


lunes, 13 de enero de 2025

LA POBLACIÓN DE GILET Y LAS HUELLAS DEL PASADO

                                                               Ermita de Sant Miquel (Gilet)

“No descendemos sino que nos alzamos desde nuestro pasado”, dejó escrito en su libro El peso de las naranjas, la escritora canadiense Anne Michaels, y en su extraordinaria novela Piezas en fuga –que recientemente ha sido llevada al cine por su compatriota Jeremy Podeswa- recordaba que “según la tradición hebrea, hay que referirse a los antepasados como “nosotros”, no como “ellos””. Desde esta estela de pensamiento quisiera aportar hoy una serie de datos y recuerdos que nos muestran los trazos del pasado, de la presencia y la cultura humanas en estas tierras.

 

PATRIMONIO RUPESTRE

La primera noticia que poseemos de presencia humana pertenece al periodo Eneolítico –alrededor de 2000 años a. de C.-, y nos enfrenta ante la existencia de un culto ancestral, de un lugar de prácticas sagradas. Nos referimos a la figura esquemática que podría representar a un ídolo oculado, y que hoy es una pieza extraordinaria del patrimonio rupestre de nuestra comarca. Son unos trazos de color rojo situados en la bóveda de una pequeña concavidad del denominado “Peñón de Santo Espíritu”, descubiertas a comienzos de los años setenta por los jóvenes estudiantes José V. Lerma y Matías Calvo –estudiadas por José Aparicio-, cerca de otro lugar sacro hoy en día: el Monasterio franciscano que Eiximenis promoviera a finales del siglo XIV.

 

PATRIMONIO IBERO-ROMANO

También en el Valle de Toliu, muy cerca del Peñón, se encuentra la siguiente huella de presencia humana de la que tenemos noticia. Se trata de un poblado ibérico romanizado, situado en un cerrito cercano a donde se encuentra hoy el cementerio de los frailes de Sant Esperit, donde fueron halladas diversas piezas arqueológicas (fragmentos de cerámica ibérica y campaniense, trozos de sigillata, tégulas y fragmentos de ánforas romanas), datadas por Gil-Mascarell y Carmen Aranegui, entre los siglos III y II a. de C.

De unos siglos posteriores poseemos constancia de dos piezas sepulcrales, en las que se hallan inscripciones latinas, estudiadas por el epigrafista Josep Corell. La primera de ellas –referida a los Acilii-, datable entre los siglos II y III a. de C., fue hallada “en la frontera de una casa de la calle llamada de Murviedro”, según el padre Pedro Sucías, y que, por testimonio de  Sarthou Martínez, en los años 20 aún se encontraba “en el patio de la casa-abadía”, y que hoy, por desgracia, se halla desaparecida. La segunda –referida a la familia de los Baebii y los Valerii-, datable entre finales del siglo I o principios del II a. de C., fue encontrada en 1916, según relata Sanchis Sivera,  cuando un labrador se encontraba excavando para plantar un algarrobo, cerca del “Ventorrillo”, en las inmediaciones del pueblo. Hoy, afortunadamente, podemos contemplar dicha inscripción ya que se custodia en el Museo de Bellas Artes de Valencia.

 

EDAD MEDIA

Si los testimonios, los vestigios más antiguos de Gilet se nos han transmitido a través de soportes materiales –piedra (rodeno, calcárea),cerámica, metal- que han logrado sortear la penuria del implacable paso del tiempo, la gran mayoría de huellas posteriores nos vendrán dadas bajo ese soporte en apariencia endeble,  pero que nuestros antepasados han sabido y hemos sabido conservar y custodiar, como es el pergamino y el papel en centros archivísticos y bibliotecarios –públicos y privados-, bajo la forma de “cultura escrita”.

El primer vestigio escrito data de siglo XIII, y en él se constata el topónimo de Gilet y aparece por primera vez la alusión a su emblemática torre. Se trata de la escritura de la Cancillería Real del rey Jaime I, donde se inscribe la donación el 30 de abril de 1249 de “jovada i mitja” de tierra y una torre en Gilet al caballero Joan de Saragossá.

A continuación enumeraremos algunas referencias escriturarias –sin ser exhaustivos- en las que Gilet aparece referida:

-1275, Real Justicia (Archivo del Reino de Valencia): copia de documento de venta del lugar de Gilet efectuada por Guillem Pons a Bonanat de Pomer.

-1366, Pergamino (ARV): compra del lugar de Gilet por Jaume Sanç d´Eixea.

-1379, Real Justicia (ARV): concesión de privilegios  referentes al tercio delmo i al morabatín a Pere Guillem Català.

-1406, Pergaminos (ARV): concesión de Morvedre al Monaterio de San Espíritu de un bovalar en el valle de Toliu.

-1471, Pergamino (ARV): carta de jurisdicción civil y criminal de Gilet, firmada por el rey Juan II (Iborra Lerma ofrece una transcripción del documento).

Este último documento es excepcionalmente importante ya que corresponde al comienzo del señorío de Gilet por el primer Barón, Don Manuel Llançol de Romaní. También del siglo XV poseemos varia documentación referente al Rey Martin el Humano y  su esposa María de Luna, respecto a la donación de tierras y la fundación del Monasterio de Santo Espíritu del Monte.

 

ÉPOCA MODERNA

De los siglos XVI, XVII y XVIII, poseemos una gran variedad de documentos en los que vemos aparecer a Gilet unido a los grandes acontecimientos históricos de nuestra comunidad, como son el movimiento de las Germanías –en El Dietari del capellà d´Alfons V-, los ataques corsarios –libros de Escolano y Vicente Martínez Colomer-, la expulsión de los moriscos y la repoblación de las tierras por nuevos colonos (Iborra Lerma recoge la carta de repoblación del Protocolo de Joaquín Marti, pero en el Archivo del Patriarca, en los Protocolos de Joan Bautista Garcés y de Miguel Garcés, aparecen otras cartas de repoblación). También vemos alusiones a Gilet referentes al tema de los litigios sobre el uso y aprovechamiento de las aguas de la Acequia Mayor (Chabret recoge algunas transcripciones de documentos del Libro de Consejos de Morvedre, hoy desaparecido), o bien sobre el arrendamiento de los bienes señoriales, en un documento de 1783 que se encuentra en la sección Escribanías del Archivo del Reino de Valencia y del que Iborra Lerma nos ofreció una trancripción.

Sin embargo uno de los documentos más significativos de esta época y del que apenas sabemos más que su referencia, ya que la lengua en la que está escrito –árabe- nos impide su conocimiento y su sentido, es un extenso poema debido a la mano de un morisco de Gilet. El poema se encuentra en la Biblioteca Universitaria de Valencia, dentro del legado de Vicente Hernández y Máñez. Es un manuscrito anónimo que utiliza escritura magrebí en tinta negra, de 175 hojas (caja de escritura: 113 x 310 mm.), encuadernadas en pergamino (114 x 310 mm.). En su incipit se lee: “wa-ntatti adabni wa ilah yarik” (folio1 vº), y en su explicit: “alâ wa lis hitûyûr” (folio 175 vº).

 

ÉPOCA CONTEMPORÁNEA

Como sabemos, el XIX comienza con un gran enfrentamiento armado, la Guerra de la Independencia, al mismo tiempo que con el comienzo del constitucionalismo moderno hispánico: las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812. El cronista saguntino del XIX, Antonio Chabret recogía en su libro, Sagunto, una noticia de la Gaceta de Valencia, de  Diciembre de 1813, en la que se mencionaba el acantonamiento de tropas italianas en Gilet para la toma del Castillo de Sagunto y el establecimiento de la línea de guerra del general Blake para rechazar a las tropas borbónicas. Otro enfrentamiento bélico de este ajetreado siglo XIX, las guerras carlistas, tendrían su impronta en Gilet con las andanadas de Cabrera y Cucala, que el Padre Pedro Sucías logró relatar en su manuscrito Notas útiles…, y del que Santiago Bru nos ofreció una transcripción y publicación de algunos fragmentos en 1995.

Como no queremos ser exhaustivos, sino simplemente ofrecer tan sólo  un panorama general de la huella del pasado de Gilet, cerramos aquí esta primera aproximación a los documentos y el patrimonio referidos a nuestra población y terminaremos ofreciendo la publicación de un curioso artículo que apareció en el año 1930, en la prestigiosa revista Cultura Valenciana.


RESEÑA DE 'PAISAJE DESDE EL SUEÑO', de MIQUEL MARTÍNEZ

  Magnífica cuna poética, la de Sagunto. Demos la bienvenida a Juan Antonio Millón. Paisaje desde el sueño rebosa honestidad. La sabiduría ...